Moverse en un país que envejece (y aun no lo sabe)
Chile está a punto de envejecer. Según el censo del 2017, las personas mayores de 65 años son el 11,4% de la población del país y las Naciones Unidas estiman que dicha cifra aumentará al 32% en 2050. ¿Cuántos de quienes están leyendo esta columna serán parte de este grupo en tan solo veinte años más?
Sin embargo, Chile no es país para ser viejo/a. La desigualdad estructural de la sociedad chilena condiciona la calidad de vida de las personas mayores, especialmente para quienes tengan pensiones bajas y escaso acceso a servicios básicos. Tampoco las ciudades y su transporte son amigables para ellos. Pensemos en la movilidad de todos los días: moverse es fundamental para el bienestar de la persona mayor, pero las condiciones del espacio público y del transporte a menudo no permiten moverse de manera fácil, segura y económica.
Estas limitaciones son especialmente visibles en Santiago y en su red de metro. Como evidenciado en un estudio que desarrollamos desde Cedeus, actualmente solo el 5,6% de los adultos mayores del Gran Santiago cuentan con una estación de metro a una distancia caminable de sus hogares, lo que les exige usar el sistema de buses, sobre todo en comunas de menores ingresos. Por distancia caminable se entiende a 10 minutos caminando a una velocidad promedio de 2.5 kilómetros por hora.
Este grupo cuenta con el Beneficio Adulto Mayor para optar a una tarifa reducida en el metro, pero para poder usarlo la cercanía a una estación es decisiva. En el futuro, con tres nuevas líneas, sólo el 8% de la población anciana de Santiago podrá acceder directamente al metro, beneficio que será parcial y concentrado en pocas comunas céntricas.
Para el bienestar presente y futuro de las personas mayores, es clave adaptar las ciudades de Chile y su movilidad. Para hacerlo, a corto plazo es posible reducir las tarifas del transporte público (como el ministerio de Hacienda ya está debatiendo), por ejemplo, proporcionando un beneficio parecido a la Tarjeta Nacional Estudiantil por cobertura y precios a todos los servicios de transporte público en Chile (y no solo en el metro de Santiago). A mediano plazo, se puede repensar el diseño del sistema de transporte público, tanto en sus vehículos (buses y trenes) como en su infraestructura, para que sean fácilmente accesibles para todas aquellas personas – mayores y no – con movilidad limitada. Y a largo plazo, será clave planificar barrios y ciudades caminables, donde servicios básicos sean alcanzables moviéndose por cortas distancias en espacios públicos acogedores.
Son tiempos de cambios profundos, también para el hábitat en que vivimos. Cambia el medioambiente, por la emergencia climática; cambian las ciudades, en continua expansión; y cambian sus habitantes, cada vez más longevos. Como afirma el geógrafo Jared Diamond en Colapso, es necesario tomar decisiones "en el momento en que los problemas se han vuelto perceptibles, pero antes de que hayan alcanzado proporciones críticas". Es este el momento para adaptar las ciudades de hoy a sus habitantes de mañana.
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