Mujer, rural y con discapacidad: ¿existen oportunidades?
Adriana Cancino es profesora y convencional constituyente por el distrito 16.
Este nuevo 8 de marzo lo vivo desde un lugar que ni en mi mejor sueño podría haber imaginado. Soy convencional. En mis paradigmas era imposible que una mujer, con discapacidad, a meses de ser persona mayor, profesora y proveniente de una zona rural, hoy esté participando de este proceso.
Sin embargo, contra todo pronóstico, aquí estoy. Y no hay día que no abra los ojos agradeciendo el poder aportar en este momento histórico, sacando la voz por miles de personas invisibles para el sistema.
En Chile, cerca del 20% de la población vivimos con algún tipo de discapacidad. De ese porcentaje, dos tercios somos mujeres. Si como mujeres nos topamos a diario con barreras impenetrables, imagínense lo que puede llegar a suceder cuando le agregamos la condición de discapacidad. Según el Consejo de Europa, “más de la mitad de las mujeres con discapacidad ha sufrido abusos físicos, en comparación con la tercera parte de las mujeres sin ella; y un 40% de las mujeres con discapacidad sufre o ha sufrido alguna forma de violencia”.
En mi trabajo de convencional, no solo adopté como bandera el tema de la discapacidad, sino que también el de otros grupos de personas históricamente vulnerados, como lo son las personas mayores.
Buscamos la paridad y equidad, como también que se nos reconozcan y garanticen nuestros derechos frente a ciertas condiciones que diariamente multiplican exponencialmente nuestras barreras de acceso a las distintas esferas de participación en igualdad de oportunidades en nuestra sociedad.
Ha sido difícil nivelar mis brechas, siempre he sentido que estoy en desventaja y que todo se me hace cuesta arriba, que tengo que esforzarme para ser validada, respetada y escuchada. Irónico, cuando además mi discapacidad es la auditiva.
A días de defender nuestra iniciativa de norma que busca instalar en la constitución los derechos específicos de las personas con discapacidad, la cual milagrosamente en su ingreso contó con el apoyo y el valioso aporte de expertos(as), organizaciones de la sociedad civil y personas que viven a diario la realidad de la discapacidad de forma directa e indirecta, además de convencionales de todos los partidos y colectivos, podría ser una luz de esperanza para los, y en especial las, que hemos creído erradamente que somos ciudadanos de segunda categoría. Es el momento de reivindicar y reparar.
Estoy segura de que este tema será un punto de unión y acuerdo cuando votemos, y también, con certeza, quedará demostrado que la discapacidad es transversal y no tiene color político.
Mi invitación por estos días es a re-significar este 8M y tomar acción comprometida para que la equidad de género se vuelva un motor de cambio en nuestro país, con especial énfasis en esa porción de mujeres que no solo nos ha costado salir adelante como tales, sino que también cargamos con todos los estigmas que histórica y socialmente nos generan dobles o triples barreras de acceso.
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