No nos dejen sin opción

Cumbre presidenciables oposición


Por Jorge Burgos, abogado

No resulta fácil entender que la DC, el PS, el PPD, el PR y las demás fuerzas agrupadas en la Unidad Constituyente hayan desandado el camino que habían iniciado con vistas a configurar una corriente de centroizquierda que sea capaz de ofrecer una alternativa presidencial de gobernabilidad y progreso en las próximas elecciones. Las maniobras para armar una gran fiesta opositora, con toda clase de invitados, solo confunden a los ciudadanos que piensan concurrir a votar.

Tan inviable es una primaria de todos los partidos opositores, que algunos de los que la proponían hasta hace poco ya la han desechado, y proponen ahora un pacto para intercambiar apoyos en la segunda vuelta presidencial. Es difícil concebir algo más rebuscado. Los electores no son piezas movibles que los partidos empujan hacia donde les parezca. Baste recordar que, en la elección presidencial pasada, un no despreciable porcentaje de quienes votaron por Beatriz Sánchez en primera vuelta se inclinó por Piñera en la segunda vuelta. Es mejor respetar a los electores y reconocer que los votos no tienen controladores.

El país necesita una opción de progreso económico, social e institucional que le dé seguridad a la mayoría de los chilenos, que busque reforzar las fortalezas que el país tiene, gracias a las cuales ha podido enfrentar -con mayor cobertura y monto que los países del área- las dramáticas exigencias de la actual crisis. Esa alternativa debe estar firmemente comprometida con el mejoramiento de nuestras instituciones, con las reformas profundas y graduales, con políticas de Estado en todas las áreas claves para el desarrollo. Chile necesita alentar las inversiones, el crecimiento económico, la creación de puestos de trabajo, como condición para enfrentar los retos que hay por delante. Hay que hacer retroceder la pobreza que aumentó en los últimos tiempos. Se necesitarán grandes inversiones del Estado en el sistema de salud, en educación, en vivienda, en seguridad social. Ello exige amplios acuerdos para que el país se recupere y vuelva a crecer. Y exige también tomar distancia del populismo de izquierda y de derecha, que busca encandilar a la gente con falsas soluciones a sus problemas reales.

Una centroizquierda coherente no puede aceptar de ninguna manera la violencia como método político, ni adoptar una actitud ambivalente frente al vandalismo y el terrorismo. Esta es una cuestión que separa categóricamente las aguas en este tiempo. Es un acto de deslealtad hacia la democracia mantener un pie en el Congreso y la TV, y el otro en la justificación de la revuelta.

En esta urgencia resulta lamentable que haya quienes, desde el PPD, propongan marginar a la DC de una primaria de centroizquierda. Por esta vía, el horizonte será muy oscuro para todos. Es hora de consolidar el pacto de Unidad Constituyente con vistas a convocar a quienes quieren un futuro de estabilidad y de progreso sobre bases firmes para nuestro país.

Que no vaya a ocurrir lo que un viejo político inglés solía repetir al final de su carrera: “Sí, he aprendido de mis errores y estoy seguro que podría repetirlos perfectamente”.

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