Opinión

No se discute en Chile

7 ABRIL 2025 COMISIÓN INVESTIGADORA COMPRA CASA EXPRESIDENTE SALVADOR ALLENDE. EN LA FOTOGRAFÍA, FRANCISCA MOYA, JEFA DE LA DIVISIÓN JURÍDICA DE LA SEGPRES. FOTO: DEDVI MISSENE Dedvi Missene

Sucede en todo orden de cosas. Generaciones mayores no se entienden con los jóvenes. Dos escolares de cuarto medio de un colegio en Puente Alto se balean el otro día por favores amorosos de una compañera de curso (a cuchillazos es por cosas menores). Las presidenciales se han convertido en pura estrategia electoral. Las redes sociales, que es como medio mundo se relaciona, sirven fundamentalmente para airear subjetividades psicopatológicas. Sus adictos confunden lo que no están de acuerdo con lo que no les “gusta”, y los “likes” con lo que fanáticamente aplauden, es decir, se contentan con hacer las veces de hinchada, con cero aportes a ninguna discusión en serio.

El medio mundo restante está por medir fuerzas convencidos de que las ideas importan y hay que promoverlas. Idea en sí misma algo peregrina dadas las circunstancias. La mayoría de las veces no son ideas muy originales, o recurren a ellas en tanto eslóganes o lugares comunes que, como decía Flaubert, sirven de comodín cuando no se tiene nada que decir. Discutirlas es perder tiempo. Lo que falta es suficiente predisposición para entender qué hay detrás de ellas (intereses, normalmente) versus qué pizca de razón rescatable pueden tener uno u otro partícipe en el debate. Es que nadie parece plantearse que las ideas, incluso las buenas, llevadas a un extremo suelen ser peligrosísimas; además, que es muy extraño, por no decir sospechoso, andar proclamando ideas o echándolas de menos cuando nuestro problema es que el anti-intelectualismo de hoy es campante, y que las ideas son bastante más que consejos de autoayuda a nivel nacional o mundial. Para eso basta con Trump, no precisamente alguien de ideas geniales, aunque sí un hombre de acción y probada fuerza detrás, con consecuencias incendiarias insospechadas hasta por sus partidarios.

Se ha visto también en estos días que abogados, quienes por predisposición forense están mejor adiestrados para discutir, ya no examinan, estudian o deliberan, ni siquiera internamente para cumplir mejor con lo que hacen. Arremeten, como los diecisiete “colegas” contestes, profesionales titulados, no meros egresados (muchos de Pío Nono, lo digo con vergüenza) que dejaron sin revisar o discutir las órdenes de La Moneda, pasando por encima de normas constitucionales explícitas en la compra de la casa de Allende. Creyendo que el derecho es simplemente un medio para conseguir lo que uno quiere y se propone. No otra cosa que un “fiat”, un puro hágase, “decrétese, publíquese y cúmplase”. Órdenes ejecutivas, lo más probable, en Santiago como en Washington, y ¿que nadie se atreve en contra? ¿Por lo que sostenía Karl Popper, “ningún argumento racional tendrá un efecto racional en una persona que no quiera adoptar una actitud racional” o porque son ineptos serviles, o ambos motivos?

Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador

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