No solo deseos

Con respecto al proyecto de ley que fija en 40 las horas semanales de trabajo y la posterior respuesta del Gobierno (41 horas), llama la atención la poca preocupación de todas las partes por los efectos que tendría esta medida, sobre todo en el área de Servicios, que es una de las principales fuentes de demanda de trabajadores en el país.

Existen en esta industria casi un millón de empresas, la gran mayoría pequeñas, por lo que urge analizar qué pasará con el cambio de jornada. Por ejemplo, una empresa del comercio que tiene 10 trabajadores y cuenta con 450 horas semanales. Estas variables le permiten organizar horarios, días de atención y funciones administrativas. Sin embargo, si dispusiera sólo de 400 horas debería modificar todo lo anterior, aumentando gastos en inversiones o en contratar más personal, agregando un 10% a su costo laboral. Por ende, no es tan fácil.

Junto a ello, se deben considerar los diferentes costos adicionales a la remuneración: mayores cotizaciones previsionales, posible incremento en las cotizaciones de salud, seguros, entre otros.

Así, es probable que una parte de ese mayor costo se traslade a menores incrementos de remuneraciones, dependiendo de la mayor o menor demanda de las empresas por grupos de trabajadores.

Por supuesto, a lo largo del tiempo la jornada de trabajo se ha ido reduciendo y continuará haciéndolo. Las nuevas tecnologías requieren menos trabajadores y, si aumenta la productividad, una vía es reducir las jornadas. Hace 60 años se trabajaban más horas, incluyendo media jornada del sábado.

Hace algunos días un amigo emprendedor me comentó: "Algunos parlamentarios y autoridades de Gobierno no entienden esto, porque nunca han tenido que buscar plata para pagar el IVA". Es decir, la especulación basada en los deseos no es una buena orientación para definir los impactos de las políticas públicas. Por supuesto, esos efectos podrían considerarse menos relevantes que lo positivo de trabajar menos horas, pero lo importante es no negarlos.