Nueva Constitución: La Caída del Muro de Berlín chileno
Cuando el primer joven que respondiendo al llamado a la desobediencia civil ante el alza de los pasajes, saltó por encima de los torniquetes del Metro de Santiago para eludir su pago, no podía pensar, que ese simple gesto, derivaría en un movimiento ciudadano tan inédito como masivo, que apenas cuatro semanas después, terminaría gestando la posibilidad concreta de fundar una Nueva Constitución Política de la República de Chile, vía Asamblea Constituyente (o Convención Constituyente, como eufemísticamente se le bautizó en el país).
Y aquello mismo fue probablemente lo que hace treinta años no imaginaron los primeros habitantes de la República Democrática Alemana, que se acercaron aprensivos al Muro de Berlín, para luego de un par de minutos de duda, comenzar a machacarlo a fuerza de martillazos y chuzos de metal, con un ojo siempre puesto en los centinelas, que en cualquier momento podrían haber hecho fuego sobre sus cabezas.
Y es que así como el derrumbe de aquel muro, implicó la caída no sólo de Honecker, sino de todo el régimen comunista soviético, el proceso constituyente generado a partir del gran movimiento ciudadano chileno de octubre de 2019, implicará el derrumbe tanto de la herencia autoritaria de la dictadura de Pinochet, como de todo el sistema social, económico y cultural sustentado en el neoliberalismo, que se organizó sobre el tinglado de la Constitución de 1980.
Porque si aquel muro dividió a Alemania durante 30 años, la Carta Magna elaborada en dictadura por la Comisión Ortúzar, bajo el influjo principal de Jaime Guzmán y sustentada en el principio de subsidiariedad , dividió a Chile durante 40 años entre demócratas y autoritarios; entre; entre "exitosos" que podían adquirir bienes y prestaciones en salud, vivienda, pensiones y educación en el mercado y los "fracasados", que debían esperar las "dádivas" del Estado; entre lo público acusado de "decadente" y "holgazán" y lo privado, alabado como "sofisticado" y "emprendedor". Y es que los efectos de la norma constitucional, fueron reforzados por un influjo cultural desde 1980, que promovió competencia e individualismo y que a la vez convirtió la cooperación y la solidaridad, en un cuento de viejos.
Por ello es que el inicio de un proceso de nueva constitución en Chile, a partir de una "hoja en blanco" y no de una herencia autoritaria, es tan trascendente y llega a ser comparable con la caída del Muro de Berlín. Porque con aquel proceso, se abre la posibilidad de generar un nuevo proyecto histórico-político en el país, sustentado en el reconocimiento de derechos sociales y no en la mera capacidad de pago de cada quien. Porque con aquel proceso, en base a representantes electos en su totalidad por la ciudadanía para tales efectos, la soberanía vuelve al pueblo, y la ejerce directamente en asamblea, tal y como lo concebía el viejo Rousseau.
Así que tal y como el muro de Berlín y el sistema que éste representaba no cayó en un día, la Constitución de Pinochet y el orden social y económico que ella representa tampoco lo hará en el breve plazo. Así que lo que viene es un momento que seguirá siendo intensamente político, intensamente deliberativo, con acciones y conversaciones ciudadanas formales e informales, en cada barrio, en cada espacio laboral, en cada espacio social. Porque lo que viene ahora es formarse, es reflexionar y es mantenerse vigilante y activo, porque volver todo al estado de situación del 17 de octubre de 2019, para esperar pacientes el movimiento de las élites y sus mendrugos, significaría no haber aprendido nada…no haber conseguido nada.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.