Nueva constitución y tercer sector

Compromiso Minero


Por Francisco Bedecarratz, LL.M.

La discusión acerca del modelo económico en la nueva Constitución y el rol que en este corresponderán al Estado y al mercado, está dejando fuera de foco al denominado tercer sector en Chile. El mismo está formado por más de 300.000 corporaciones, fundaciones y demás organizaciones sin ánimo de lucro, que desarrollan las más diversas actividades de relevancia social o que representan un interés de naturaleza colectivo, tales como la educación, el fomento de las artes, la seguridad social y la vida comunitaria. Dichas entidades desarrollan funciones que los otros dos sectores (público/privado) no pueden o no quieren asumir, debido a bajas expectativas de retorno en utilidades o en votos. Dichas organizaciones son, de tal modo, fundamentales para la cohesión de la sociedad y desarrollo de todos sus integrantes.

Las normas aprobadas en general durante las últimas semanas en la Convención hacen predecir que el Estado alcanzará el predominio frente al mercado en la propuesta de la nueva Carta Fundamental. Sin embargo, ello también afectará no solo a las empresas, sino que también a las organizaciones pertenecientes al tercer sector antes indicadas. Lo anterior, pues una primacía desmedida del sector público ahogaría la iniciativa de las personas para organizarse y llevar adelante proyectos en beneficio del bien común. La pluralidad de asociaciones que aportan al desarrollo de la sociedad desde sus respectivas veredas valóricas sería, poco a poco, sobrepasada por un aparato público con una sola misión y visión, incapaz de representar el pluralismo que encarnan todos los sectores de la población.

Como lo planteaba Tocqueville, la viabilidad de la sociedad democrática depende directamente de la robustez de la vida asociativa, lo cual incluye en primer lugar a las organizaciones sin fines de lucro que componen al tercer sector. Tales son los vehículos a través de los cuales las personas manifiestan, a través de la palabra y el accionar, sus distintas concepciones de mundo y están también a la base de la sociedad civil. Como tales, son esenciales para permitir el diálogo entre las distintos estamentos de la sociedad y encontrar puntos en común. La garantía de las condiciones necesarias para su libre desarrollo es un aspecto indispensable para que la nueva carta fundamental sea realmente la “casa de todos” y no el reflejo de una sola concepción de mundo.

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