Nuevamente, el 10%

AFP

Pareciera que todo se ha dicho con respecto al retiro del 10% de los fondos que los cotizantes tienen en las AFP, y poco de lo que se escucha o lee es positivo, por muy buenas razones. Las bajas pensiones serán más bajas aun con este retiro. Los que más sufrirán sus efectos negativos son aquellos que tienen bajos niveles de recursos acumulados. Y otras cosas más.

A riesgo de ser pedante (por lo reiterativo del tema), quiero agregar una dimensión que, sin ser muy original, tiene su ironía para él que la quiera leer sin prejuicios. Esta propuesta, ya aprobada en la Cámara de Diputados con los votos de los partidos de gobierno, y que probablemente contará con la misma entusiasta aprobación de nuestros senadores, es altamente regresiva. Y resulta que los que la propugnan son quienes se autodeclaran furibundamente contrarios a la desigualdad. Quizás ellos no se han dado cuenta de varios aspectos que, de aprobarse el proyecto (lo que es casi seguro a estas alturas), ahondarían las desigualdades a las que ellos tan tenazmente se oponen.

En primer lugar, los más pobres no obtendrán nada del retiro del 10%, por la sencilla razón que no aportan al sistema. Cuarenta por ciento de la fuerza de trabajo no cotiza en las AFP, y ellos son los más pobres: los trabajadores por cuenta propia, los dueños de pequeños comercios y los trabajadores informales. Segundo, muchos cotizantes de bajos ingresos podrán retirar prácticamente todo lo acumulado, asegurando que no tendrán pensión más allá de la que les proporcione el pilar solidario, una suma que, todos concuerdan, y pendiente una reforma previsional, no alcanza para una pensión digna.

Tercero, los que pueden retirar el máximo ($4,3 millones, de acuerdo con el proyecto) lo podrán hacer sin pagar impuestos por los retiros. Quizás nuestros parlamentarios no han reparado que los aportes a las AFP y el aporte previsional voluntario (APV), que muchas personas de altos ingresos utilizan, ya cuentan con una franquicia tributaria importante al momento de hacerse las cotizaciones. Esto tiene el objetivo que, cuando los cotizantes se jubilen y comiencen a percibir pensiones, se tribute por los montos retirados, por supuesto a una tasa mucho más baja que la que regía al momento de cotizar. En otras palabras, una segunda franquicia tributaria sobre los mismos fondos. Y a más de alguno se le ocurrirá retirar sus $4,3 millones, sin pagar impuestos, y devolvérselos a su propia cuenta, descontándolos de sus rentas brutas futuras y volviendo a pagar menos impuestos. Pierde el Fisco y pierden los pobres que podrían haberse beneficiado con políticas públicas, por ejemplo, para mejorar sus pensiones.

¿No será mejor que el gobierno y el Parlamento se pongan de acuerdo para simplemente extender el uso del fondo de US$12 mil millones para hacerse cargo de todos los que necesiten ayuda?

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