Nuevo gobierno y desestimación de “quinto retiro”
Para una gestión económica creíble, que sostenga un crecimiento que permita aspirar a políticas sociales sustentables, es imperioso restablecer la confianza en que el sistema previsional va a estar permanentemente protegido para jugar su rol fundamental.
Es valioso que el presidente electo haya explicitado que no va a apoyar un “quinto retiro” de fondos previsionales, y sería importante que desde los distintos niveles del gobierno y sus fuerzas afines se vaya confirmando a la ciudadanía que se ha descartado por completo que haya circunstancias, de cualquier índole, que pudieran justificar el uso de recursos previsionales. Más allá de lo que puedan plantear algunos parlamentarios no identificados con el gobierno, resulta del todo inconveniente que desde círculos vinculados al oficialismo se persista en que descartar nuevos retiros está, de alguna forma, condicionado a que no se den ciertas circunstancias.
Es bien sabido que, sin obligatoriedad, las contribuciones de los trabajadores para financiar sus pensiones de vejez simplemente no ocurren en nivel suficiente. En último término, esto sucede porque está siempre presente la expectativa de que el Estado va a apoyar al trabajador imprevisor que llegó sin ingresos a la edad en que ya no puede trabajar. Ciertamente, la percepción de que bajo determinadas circunstancias -que en plazos largos siempre las habrá- se puede recurrir a los fondos previsionales para sustentar consumo, hace inevitable que los trabajadores concluyan que los ingresos para la vejez no están ligados al nivel de sus fondos previsionales, y que hay otros mecanismos por los que el Estado considera asegurar que nadie tiene una vejez de miseria. Esto conduce, obviamente, a la evasión previsional, a la informalidad, y finalmente al debilitamiento e inviabilidad de un sistema de capitalización individual.
El gobierno ha dado señales de querer asegurar las condiciones que hacen factible un proceso sano de inversión, crecimiento y generación de empleo. Esto depende fundamentalmente de que el país pueda esperar, con fundamentos, que se mantiene un buen ritmo de ahorro y que el fisco ordena sus cuentas. Pero nada de ello podrá lograrse si, porque ocurren nuevos retiros, los ahorros privados acumulados se siguen transformando en consumo y la previsible insuficiencia de los fondos previsionales para financiar pensiones adecuadas asegura que habrá sobre el fisco una carga financiera inmanejable. Lo consistente entonces con abrir hoy el espacio a una gestión económica creíble, que sostenga un crecimiento que permita aspirar a políticas sociales sustentables, es restablecer la confianza en que el sistema previsional va a estar permanentemente protegido para jugar su rol fundamental.
Más allá de que algunos parlamentarios hayan considerado de buena fe que las difíciles circunstancias que desató la pandemia justificaban auxilios económicos a la población, y que ante un apoyo estatal insuficiente se justificaba recurrir a los fondos de pensiones, los actuales llamados a continuar los retiros tienen un sentido distinto. Hay quienes entienden que tras los retiros de fondos previsionales hay una vía para desguazar el sistema de libertad e incentivos que, en su opinión, es causa de injusticias y desigualdades. Asegurar hoy, entonces, que en cualquier circunstancia se va a respetar el carácter exclusivo de financiamiento para pensiones de vejez que tienen los fondos previsionales, debería servir también al propósito de tomar distancia de esos ánimos refundacionales y dar credibilidad al compromiso del gobierno con la ponderación y la racionalidad como bases para la conducción de los asuntos que interesan a los chilenos.