Nuevo Presidente y nueva Constitución
Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer
La segunda vuelta electoral no solo marcará la definición del próximo gobierno, sino quién liderará la instalación de la nueva Constitución. Un hecho incluso más relevante que el cambio de ciclo político, porque supone comprometerse con la misión de conducir la transición hacia el nuevo pacto social legítimo, incluyente, con perspectiva de género, sostenible y duradero que logre representar los sueños de toda una nación.
Las cartas a La Moneda representan las dos puntas de este anhelo: Gabriel Boric, que firmó e impulsó el acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución el 15 de noviembre de 2019, y José Antonio Kast, que desde la tienda republicana ha sido uno de los promotores del rechazo al proceso constituyente y un duro crítico del trabajo de la Convención.
La pregunta es si este último resolverá dar un giro y acercarse a quienes apoyan el cambio constitucional con diálogo y acuerdos.
A juzgar por el contundente triunfo del “apruebo” del 25 de octubre y aunque la Convención haya sufrido un desgaste -natural, provocado y autoinfligido- en la confianza ciudadana, parece arriesgado seguir en una posición tajantemente en contra. Lo cierto es que ninguno de los presidenciables podrá gobernar si no busca mayorías amplias. Por eso, no hay que equivocarse, la ciudadanía no ha dejado de demandar transformaciones profundas y una nueva desilusión frente a la inacción del Estado, como acaba de enfatizar la OCDE, puede perpetuar el malestar social, “el bajo crecimiento y las altas desigualdades”.
Las realidades de las personas son complejas y trascienden el duopolio de derecha vs. izquierda. Por eso, la Convención sigue siendo ese espacio diverso donde reconstruir la esperanza de quienes habitan este país, porque el proyecto de sociedad a acordar es más grande, con todos sus matices, es uno de bien común. Por lo mismo esta institución debe, en primer término, protegerse a sí misma. Sus integrantes parecen haber entendido que ya no es tiempo de gustos identitarios o despliegues performáticos que han hecho ruido en torno a su trabajo. Avanzar, con igual o más dedicación, es la consigna, a pesar de los conocidos intentos de desprestigio, el último rayando en lo ridículo, al inventar un “carrete” desenfrenado de las y los convencionales en el Biobío.
El clima político polarizado y la configuración del Congreso que acompañará el nuevo ciclo, por cierto, afecta a la Convención. Hace prever que el próximo gobierno, sea cual fuere, va a tener que acotar su agenda a lo urgente y posible de realizar. Por lo mismo, en la segunda vuelta tendremos que ponderar quién va a proteger y solventar el proceso constituyente frente a aquellos que niegan la posibilidad de salida a la crisis a través de este mecanismo, que en sí mismo no es suficiente, pero sí es indispensable para reparar el tejido social.
Confío en que tendremos una nueva Constitución. La pregunta es si vamos a contar o no con un Mandatario que acompañe y facilite este proceso fundamental.
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