Nuevos tiempos

sichel boric


¿Se imagina usted una campaña presidencial en la que hubiera candidatos que explícitamente buscaran el apoyo de los empresarios? Sería raro, y políticamente muy incorrecto. De hecho, en el transcurso de la campaña previa a las primarias legales que ungieron como candidatos presidenciales a Sebastián Sichel y Gabriel Boric, repetidamente se intentó instalar la idea de que el independiente que ganó en la coalición Chile Vamos era el candidato de los empresarios, en atención a que varios de ellos realizaron aportes para el financiamiento de su campaña. Lo que se buscaba, por cierto, era otorgarle una connotación negativa a este hecho, considerando la mala imagen que tiene el empresariado en buena parte de la ciudadanía, no obstante la contribución fundamental que hacen al desarrollo del país. En todo caso, hay razones entendibles -aunque no justificables- para esta percepción, como las actitudes irregulares en que se han visto involucrados algunos de ellos.

¿Y hubiera imaginado una campaña presidencial con candidatos que busquen el apoyo de los emprendedores, que en esencia constituyen las nuevas generaciones de empresarios, ya que a fin de cuentas hacen lo mismo, arriesgando tiempo, esfuerzo y recursos? Pues en esa estamos: tanto Sichel como Boric están armando redes con emprendedores, buscando espacios de interacción que permitan fortalecer el ecosistema de emprendimiento para facilitar la creación y escalamiento de sus actividades. Esta es una muy buena noticia para Chile, porque significa que hay un reconocimiento transversal a la importancia que reviste la actividad emprendedora para el desarrollo del país, y a la vez esta diversidad da cuenta de que los emprendedores no son percibidos como adscritos a una única opción política. La condición de “agentes de cambio” que está en su ADN, que los hace sentirse empoderados para resolver problemas económicos y sociales en los más diversos ámbitos, es la clave para entender el importante papel que están llamados a desempeñar en las construcción del Chile de las próximas décadas, mismo rol que ha desempeñado la actividad empresarial en nuestra historia. Pero para ser exitosos en este desafío será fundamental que el Estado provea condiciones de entorno que sean adecuadas, con regulaciones acorde con los nuevos requerimientos, y que no se desconozca la importancia que reviste la interacción entre emprendedores y consumidores para generar soluciones innovadoras, en un ambiente de genuina competencia, debiendo la burocracia estatal jugar esencialmente un rol de facilitador, y no de planificador central. Esta ha sido la tónica observada en los nuevos emprendimientos chilenos que están conquistando el mundo, y es esta la línea en la que se debería perseverar.

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