Nuevos desafíos en política exterior
Por Teodoro Ribera, rector de la Universidad Autónoma de Chile; ex ministro de Relaciones Exteriores
Significativos son los cambios que demanda la política exterior en esta última década. Asuntos como la grave sequía que afecta a gran parte del país, las dificultades que arrastra nuestra economía para contar con jóvenes trabajadores, o la disponibilidad oportuna y suficiente de vacunas contra la pandemia, concibe desafíos que el Estado chileno solo podrá solventar a través de su política exterior.
En el primero de los casos, esto ocurre porque gran parte de las aguas continentales que fluyen por el país provienen o escurren desde o hacia países vecinos; en el segundo, porque el estancamiento poblacional chileno obligará al Estado a decisiones estratégicas que superan con creces las normas migratorias; y, en el tercero, porque la política exterior se hizo determinante para contar con una política eficiente de vacunación contra el Covid-19.
A partir de esta última experiencia, Chile deberá resolver una ecuación que trasciende gobiernos y desafía el tipo de inserción internacional del país. La pandemia dejó al descubierto falencias que, con el cierre unilateral de fronteras, las restricciones comerciales sobre insumos sanitarios y la falta de decisiones oportunas de los organismos sanitarios internacionales, puso sobre los estados decisiones de impacto y alcance global. Entender esta tensión, marcará el curso y tipo de inserción mundial por el que optará Chile en el futuro y su viabilidad como actor internacional.
Se observan tendencias que buscan desmontar la globalización, pero lo más probable es que veamos surgir nuevas formas de ella en ámbitos tan disímiles como la política sanitaria, el cuidado y protección del medio ambiente o el intercambio global de bienes y servicios. La crisis de Afganistán abrirá con seguridad un debate sobre las fronteras culturales de un multilateralismo que descansa sobre valores occidentales, pero que probablemente deberá integrar con más detenimiento variables sociales e incluso religiosas.
Asuntos domésticos, como la relación de nuestras regiones con la política exterior, comienzan a permear los debates en el país, sobre todo ante la sensación de marginación que acusan comunidades locales en la toma de decisiones. Ocurre, por ejemplo, en torno a decisiones sobre los recursos naturales que tienen un efecto internacional, gestionados por los gobiernos bajo criterios de centralidad y exclusividad. Un adecuado equilibrio entre competencias regionales y propias del Ejecutivo central en política exterior forma parte de los debates que se aproximan.
Valorizar políticamente nuestros espacios aéreos y marítimos, entender la importancia gravitante de los territorios chilenos situados al sur de nuestras Islas Australes, concebir a Chile como un país marítimo y antártico, fijar una hoja de ruta en innovación y desarrollo científico, recoger miradas regionales, y posicionar a Chile en modelos de relacionamiento global pospandemia, constituyen labores de elevado valor estratégico para nuestra política exterior.
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