Objetivos del último año de gobierno

Este martes, el Presidente Gabriel Boric iniciará su último año de gobierno, mostrando un claro giro con respecto a lo que proponía cuando asumió el poder. Tras llegar a La Moneda en 2022, su programa se caracterizó por la incorporación de una serie de iniciativas y refundaciones que se profundizaron con el apoyo a la primera propuesta de reforma constitucional surgida de la Convención, que fue rechazada categóricamente en el plebiscito de 2022. Sin embargo, con el transcurso del tiempo y ante un escenario político adverso, el gobierno se vio forzado a retroceder en varias de sus reformas emblemáticas. Así, iniciativas como la condonación universal del CAE, la creación de un nuevo sistema nacional de salud o la reforma tributaria quedaron en el camino, principalmente por la falta de apoyo en el Congreso y el efecto del resultado del referendo constitucional.

Una de las reformas que sí prosperó y que marcará su legado es la previsional. Pero incluso ésta, concebida originalmente como un modelo basado en el reparto y el fin de las AFP, terminó mutando a un sistema donde la cotización adicional se registra en las cuentas individuales, validando así el actual modelo, lo que incluso le valió el reconocimiento de José Piñera, ideólogo de la capitalización individual. En todo caso, a pesar de no contar con mayorías en ambas cámaras, el gobierno sí logró concretar algunas iniciativas emblemáticas para su sector, como la reducción de la jornada laboral a 40 horas, el alza del salario mínimo y el aumento del royalty minero, logros que sumados a la reforma previsional reflejan un giro pragmático en la gestión del Presidente Boric, quien, al verse limitado por la falta de apoyo legislativo debió moderar su agenda para evitar quedar sin avances sustantivos al término de su mandato.

Este comportamiento no es nuevo en su trayectoria política, ya en 2019, en medio de la crisis social, su apoyo al acuerdo por una nueva Constitución generó tensiones con sus propios aliados, pero también terminó por fortalecer su liderazgo, lo que luego le permitió proyectarse en la carrera presidencial de 2021.

Uno de los puntos más débiles de su administración ha estado, sin embargo, en el plano económico. Si bien es cierto que heredó una economía con desequilibrios macroeconómicos y una inflación elevada, parte importante de estos desequilibrios fueron impulsados por su propio sector político durante el gobierno anterior, apoyando los retiros previsionales y presionando por entregar más ayudas incluso cuando la pandemia ya iba en retirada. El pragmatismo del Presidente también se vio reflejado en este ámbito. No solo dio un claro giro frente a las propuestas de retiros de fondos previsionales, sino que incluso el tema del crecimiento económico, que no fue una prioridad de su programa, terminó por imponerse, presionado por la demora en la tramitación de los proyectos de inversión y la lenta recuperación de la fuerza laboral. Lideró así el “gabinete procrecimiento” junto a sus ministros sectoriales e impulsó dos proyectos de ley para facilitar la inversión, que monitorea permanentemente y espera concretarlos durante su último año, mientras que propuestas como la Empresa Nacional del Litio terminaron derivando hacia una alianza de Codelco con SQM.

Con todo, es probable que su gestión cierre con un crecimiento promedio de la inversión cercano a cero y con el desempeño económico más bajo de un gobierno desde el retorno a la democracia.

Más allá de lo anterior, el verdadero desafío en materia económica durante los próximos doce meses será otro, recuperar los equilibrios fiscales. Un tema donde el equipo económico liderado por el ministro de Hacienda Mario Marcel enfrenta un panorama muy complejo. De los tres años de gestión a cargo de las finanzas públicas, solo en uno se ha cumplido la meta de equilibrio fiscal definida en el respectivo presupuesto. Algunos expertos proyectan que la meta de balance fiscal podría lograrse en 2025, mediante sendos recortes en la inversión pública, lo cual desfavorece la creación de empleos. Otros, sin embargo, advierten que las presiones de gasto en este año electoral y la menor recaudación impedirán alcanzar esa meta, trasladando la consolidación fiscal sugerida por el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) para la próxima administración. Es un hecho que avanzar en la reducción del gasto en un año en que el gobierno se juega su continuidad no parece un objetivo fácil, más aún, considerando que en esos periodos la tendencia de toda administración es a desembolsar más recursos y no a contenerlos.

En este contexto, la oposición a través de sus candidaturas presidenciales también enfrenta el desafío de realizar propuestas creíbles en ese ámbito. Tanto Evelyn Matthei como José Antonio Kast han sido llamados a precisar sus recomendaciones para recortar el gasto y recuperar el crecimiento económico. Anuncios de rebajas fiscales de gran magnitud, sin detallar la forma en que se ejecutarán, generan escepticismo entre los expertos, porque lo cierto es que, en dicha tarea, los gobiernos desde 2009 a la fecha se han encontrado con importantes dificultades para reducir el déficit.

El último año de la administración del Presidente Boric será decisivo para consolidar su legado y determinar el impacto futuro de su sector político en la carrera presidencial. Pero a medida que la administración busca impulsar reformas pendientes, como la del sistema político, deberá también tener clara la necesidad de equilibrar esas aspiraciones con la realidad fiscal del país. El actual escenario, como apuntó el CFA, es “preocupante” y “dificulta la convergencia hacia un balance estructural de equilibrio”. Por ello, lograr avanzar en medidas concretas que ayuden a corregir ese desajuste deberá ser un desafío central para los últimos meses del actual gobierno.