Orden en la sala

Sesion de la Camara de Diputados. 05 de mayo


Por Jorge Burgos, abogado

John S. Bercow fue el speaker de la Cámara de los Comunes durante casi diez años y se ganó mucha popularidad por la impetuosa manera de pedir “orden en la sala” cada vez que el debate se desordenaba o muchos hablaban a la vez.

Es cierto que se trata de una de las tantas particularidades del régimen parlamentario inglés y no es tan fácil ubicarlo en institucionalidades de características presidenciales. Pero más allá de las diferencias, convengamos cuánta falta nos hace que alguien, con voz y cierto liderazgo pueda reclamar un poco de orden más que fuera. Convengamos que desde la Presidencia aquello está bien difícil, idas y venidas, decisiones apresuradas, acompañadas de explicaciones, cuando no una crítica de sus asesores más directos. Difícil también que este llamado a ordenarse provenga desde la jefatura de la Cámara Alta, cuando en estos días ha sostenido una especie de tesis que relativiza la aplicación de las normas que nos hemos dado para la formación de la ley. Súmele el secretario de esa misma corporación que nos regaló una demostración de laxitud a la hora de cumplir las normas del confinamiento, recetándose para sí una especie de cuarentena suave.

Quizá por lo anterior se agradezcan, más que nunca, los intentos ordenadores, como los realizados por expresidente Lagos en sendas intervenciones públicas o los que han venido efectuando quienes integran las comisiones de Hacienda y Trabajo del Senado, buscando acuerdos legislativos transversales o evitando dislates populistas.

Quizá como nunca, los ojos y oídos de los chilenos han estado puestos en el debate parlamentario, y ello ha ocurrido en el contexto de la pandemia local qué significa que campeará la violencia y la mundial que nos tocó y muy fuerte en sus efectos actuales y venideros.

Cuando se trataba de debatir con urgencia sobre un sistema de seguridad social que mejore la situación de millones, terminamos discutiendo un derrotero para retirar anticipadamente los fondos -escasos como regla general- que lo más probable los disminuirá y abrirá una puerta muy difícil de cerrar. Qué duda cabe que cierta lentitud en asumir la situación de sectores medios afectados severamente en sus ingresos colaboró a la búsqueda de este peligroso atajo en desarrollo.

Por estos mismos días, hemos visto que el Presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara Baja se las rebusca para evitar que progrese la tramitación de una ley que crea un Consejo Asesor de Inteligencia e incorpora nuevos organismos al sistema. Ese proyecto viene precedido de una amplia mayoría en el Senado. Nadie duda que en esa área el país tiene un déficit dramático, nadie puede desconocer que las democracias necesitan de capacidad de anticipación de escenarios de amenazas, por cierto que revestido de los controles autónomos indispensables.

Ejemplos de desórdenes dan para varias columnas, las esperanzas de evitarlos son menores pero las hay. Vienen tiempos de carencias, más que nunca necesitaremos elegir a alguien, que como el speaker aludido, llame al “orden en la sala”.

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