
Páginas adelante, páginas atrás

Se cierra abril, Mes del Libro. En una concisa revisión del estado actual de este mundo que abarca desde autores, ilustradores y diseñadores a editores y libreros se destaca un renovado entusiasmo por la lectura “no obligatoria” entre niños, niñas y jóvenes, quienes se acercan a los libros a partir de sus propios códigos, incluyendo redes sociales y eventos temáticos. Mejorar las cifras generales de lectura y comprensión lectora requiere grandes esfuerzos -y no solo para este segmento etario- pero el espíritu de estas generaciones demuestra que la creación literaria sigue y seguirá conmoviendo a nuevos lectores.
Los casos de articulación virtuosa entre el mundo público y privado en pro del fomento lector también son destacables. Como Corporación del Libro y la Lectura - que agrupa a editoriales y librerías de distinto tamaño y origen- hemos encontrado entusiastas socios en TVN y el Municipio de Maipú, entre otros, para la realización de contenidos y ferias. Iniciativas como la Red de Coordinación del Ecosistema del Libro y la organización Por Un Chile que Lee, no solo diagnostican sino actúan desde la sociedad civil.
Pero hay páginas que se marcan desde la indiferencia y la ilegalidad. Aunque el Estado, a través del Consejo del Libro, se activó para escuchar y responder frente a diversos problemas que afectan a las librerías, hay un punto ciego que no se aborda pese a que constituye delito: el avance de la piratería. Actualmente quienes venden libros pirateados no solo están en la calle como parte del comercio ilegal, sino que ocupan como “cuneta digital” a los marketplace, sin control efectivo por parte de relevantes multinacionales. Los piratas del libro actúan impunemente en estas plataformas que, conscientes de la situación, no usan herramientas efectivas para frenarla.
Estos problemas deberían ser parte de la agenda del Consejo del Libro, pero no se manifiestan ahí. Por situaciones como esta es imperativo cambiar el criterio de representatividad de las organizaciones que participan en esta instancia: garantizar la participación amplia y plural en los espacios de gobernanza cultural no solo considera el número de socios de una organización, sino del aporte de esta en el mercado editorial. Excluir a la CLL, que representa el 81% de la producción editorial en Chile no solo afecta a la organización, sino al libro como bien cultural y herramienta de desarrollo que necesita no solo celebración, sino compromiso continuo y políticas coherentes.
Por Soledad Gutiérrez López, Directora Ejecutiva de la Corporación del Libro y la Lectura
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