Pandemia y clases presenciales: balance político

Figueroa


Por Daniel Rodríguez, director ejecutivo de Acción Educar

En un punto de prensa más bien sobrio, el Ministerio de Educación hizo un balance del año 2021 en relación al retorno a clases presenciales y la pandemia. Además de recorrer las estrategias de apoyo que se desplegaron, se mostraron hallazgos interesantes.

Primero, mientras más tiempo abre una escuela, más aumenta la asistencia de los estudiantes, confirmando lo fundamental que es mantener abiertos los establecimientos aún en una situación sanitaria poco favorable. Segundo, solo hubo brotes (esto es, dos casos positivos en epidemiológicamente relacionados) en 1,8% de los colegios, demostrando que éstos y los jardines infantiles son espacios seguros. Tercero, el sistema municipal fue especialmente lento e ineficaz en volver a clases presenciales (54% tuvieron funcionamiento presencial), a diferencia de las escuelas particulares subvencionadas (81%) y los Servicios Locales de Educación Pública (78%). El sistema cerró el año con 99% de los colegios y 97% de los jardines abiertos.

Sin embargo, este es un balance incompleto. Durante todo este año, el Mineduc no actuó en un vacío, si no en medio de una oposición feroz. El balance técnico, me parece, debe complementarse con un balance político. Pero antes, una ayuda de memoria.

Durante la pandemia, parlamentarios del Frente Amplio presentaron cuatro proyectos de ley para prohibir la vuelta a clases presenciales. Un alcalde de oposición presentó varios recursos judiciales para impedir la apertura de los colegios en su comuna. La oposición presentó una virulenta acusación constitucional contra el ministro de Educación por querer abrir los establecimientos. A pesar de que los profesores fueron privilegiados en la vacunación por sobre gran parte de la población, el Colegio de Profesores se sigue oponiendo a volver, con 99% de los colegios abiertos. Alcaldes de todos los colores políticos prefirieron asegurar su reelección antes de asegurar el derecho a la educación de los niños a su cargo, retrasando la apertura de los establecimientos para quedar bien con los gremios, sacrificando el bienestar de los niños por el calendario electoral y desconociendo recomendaciones de Unesco, Unicef y la Defensoría de la Niñez.

Este es el balance político: si el interés superior de los niños en algo tan sumamente esencial como la educación es instrumentalizado por un sector político, sin miramiento alguno, para golpear a un gobierno, no hay mucha luz en el horizonte. Si se habla de acuerdos, pero se desconocen todas las recomendaciones de organizaciones internacionales, ¿qué espacio queda?

El nuevo gobierno tiene una oportunidad en esta materia. Si toma distancia de la triste actitud de sus parlamentarios (infructuosa por lo demás), valora el trabajo de su antecesor -sin por eso renunciar a sus convicciones y prioridades- y consigue la valentía para no caer en una actitud servil a la directiva del Colegio de Profesores y su particular gusto por la paralización y la polémica; es muy posible que pueda capitalizar los logros del ministro que trató de defenestrar. Las vueltas de la vida.