Pandemia y salud: desafíos del segundo año
Aunque el proceso de vacunación disminuirá la presión sobre el sistema de salud, este no será un año fácil. Primero, están las dificultades propias del proceso de vacunación, la logística, la presión política, la baja confianza en las instituciones y autoridades, el miedo y la información falsa. Segundo, está el incremento sustancial en la demanda por diagnósticos y tratamientos en salud, tanto por los problemas postergados como por el impacto de la pandemia en la salud mental. La evidencia es tajante en cuanto a los efectos que las cuarentenas, cierres de escuelas y otras medidas de aislamiento social tienen sobre la salud mental, especialmente, de los niños, las mujeres y los hogares integrados por menores de edad. Todo ello colisionará con un personal exhausto y con un sistema de salud que, si bien ha aumentado sus capacidades, sigue estando al debe (camas, personal de la salud, ventiladores). Cualquier descuido podría tener consecuencias en muertes, empeoramiento de la salud y esperas, lo que afecta en mayor medida a los más vulnerables, aumentando las desigualdades.
Los desafíos son múltiples, pero también las oportunidades para mejorar el sector salud e ir cerrando las brechas. Dado que los efectos de la vacunación no son inmediatos, la pandemia no está contenida y el virus muta, es imprescindible mantener una adecuada respuesta a la pandemia considerando medidas de (i) mitigación y contención (aforos, control de fronteras); (ii) económicas (apoyo a personas y empresas); (iii) comunicación (sobre el riesgo del virus y beneficios de las vacunas) y coordinación adecuadas (de las vocerías y de quienes implementan las medidas); y (iv) un sistema de salud capaz de testear y rastrear a los infectados y sus contactos, y de otorgar respuesta a todos, no solo a quienes padecen de Covid-19. Ello requerirá de ingenio e innovación y de la colaboración público-privada. Por ejemplo, la telemedicina ha demostrado funcionar bien en varios ámbitos, así como las recetas electrónicas, el cuidado integral en el hogar y el autocuidado, la rehabilitación basada en internet y el despacho de medicamentos al hogar o trabajo. Según la ONU, Chile está mejor preparado que casi todos los países de la región para adoptar nuevas tecnologías, lo que debe ser aprovechado para contrarrestar la desigualdad en salud, puesto que puede ser más barato y abarcar zonas remotas.
La salud mental tendrá un rol relevante, ya que impacta otras áreas, como el desempeño escolar y laboral, y las relaciones interpersonales. Ergo, debe ser abordada integralmente, con políticas de salud, de educación y laborales que conversen. Un espacio adecuado para ello es la atención primaria, alojada en los gobiernos locales, ya que permite vincular a las comunidades, empresas y colegios del sector público y privado. Este enfoque intersectorial puede ser aplicado a otros aspectos, como el abuso infantil y violencia doméstica. Por ejemplo, reduciendo la carga de estrés de los hogares, mediante la creación de nuevas oportunidades y modalidades de trabajo (más flexibles, teletrabajo), el alivio de la carga financiera, la apertura de establecimientos educacionales y de cuidado (y nuevas modalidades como cuidado en el hogar).
Por lo tanto, por una parte, debemos estar preparados para aplicar las medidas necesarias que permitan contener la pandemia, siendo urgente el desarrollo de un plan para catástrofes y pandemias, con criterios e indicadores priorizados que den paso a la acción, los roles de cada actor y los costos. Y, por otra parte, debemos estar abiertos a nuevas formas de organizar el sistema y la entrega de los servicios de salud -de educar y trabajar- y de relacionarnos entre los diversos sectores. Intentémoslo.