Partidos políticos en la era digital
En varias ocasiones hemos mencionado la alta desconfianza que existe en los sistemas de partidos en Chile y el mundo. Constantes actos de corrupción, partidos que centran su trabajo solo en el ejercicio del poder, surgimiento constante de nuevos partidos políticos, baja participación y abandono de la intensidad doctrinaria y programática, son solo algunos de los factores que han contribuido al descrédito.
La desafección política no solo se manifiesta con la baja participación electoral, sino que también se ve reflejada en la baja identificación partidaria. En Chile hemos visto como ha aumentado considerablemente el apoyo electoral a candidatos outsiders, independientes o populistas y a representantes de movimientos sociales que logran identidad con una causa en particular.
Un desafío importante de la democracia es ser eficaz y legítima a los ojos de los ciudadanos, y es ahí donde la democracia deliberativa toma cada vez más fuerza, ya que la interacción y cercanía entre ciudadanos y representantes es la mejor forma de legitimar democráticamente las medidas políticas. Enfrentar la desafección ciudadana para los partidos supone la modificación de los programas, fortalecer la agenda de probidad y la construcción de instancias digitales acordes a la era actual. La ciudadanía muchas veces prefiere candidatos cercanos, dispuestos a escuchar, entender y representar los diversos puntos de vista de sus seguidores y construir de manera conjunta un programa partidario, por lo que la innovación tecnológica obliga a los partidos políticos a deshacerse de sus viejas estructuras y renovar la forma de ejercer la democracia.
Los partidos deben desarrollar capacidades deliberativas vinculadas a las nuevas tecnologías ya que les permite explicar, difundir sus argumentos, involucrar a la ciudadanía en sus procesos internos, construir colectivamente políticas públicas y generar espacios de diálogos multisectoriales, lo que contribuye a legitimar sus acciones frente a los ciudadanos incrédulos. Es así como pueden encontrar en las nuevas tecnologías y redes sociales herramientas para la producción y difusión de mensajes, interacción con afiliados, captación, formación, aumento de fidelización en campañas, generación de propuestas cercanas a la ciudadanía, facilitar la transparencia de sus procesos internos e incentivar la participación tomando en cuenta la opinión de sus militantes y no solo informando las decisiones tomadas.
Pese a lo anterior, es importante tener en cuenta dos cosas: por un lado, que el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales no siempre tiene resultados positivos, claro ejemplo de esto es la constante proliferación de fake news y sus diversas consecuencias. Por otro lado, que las nuevas tecnologías no vienen a reemplazar de ninguna forma la presencialidad. La digitalización debe ser una herramienta que contribuya a mejorar el proceso político, para que éste sea más transparente y accesible. Sin embargo, los partidos no deben olvidar la relevancia del trabajo territorial, contacto directo con sus militantes y el buen manejo de las plataformas digitales, ya que solo complementando diversos medios se puede intentar revivir la conexión entre el mundo político y los ciudadanos.
Claudio Pérez Lillo, director ejecutivo Centro de Estudios del Desarrollo, CED
Camila Castillo Rivas, investigadora Centro de Estudios del Desarrollo, CED
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