Pensar en Chile
Por Jorge Burgos, abogado
Gane uno u otro de los candidatos a la Presidencia de la República, los tiempos que vienen plantearán a nuestro país complejos retos económicos, sociales e institucionales frente a los cuales será indispensable favorecer, por encima de las disputas electorales, un ambiente de diálogo y cooperación entre las diversas fuerzas políticas. Será indispensable crear un clima constructivo para que Chile pueda recuperar un desarrollo sólido y sustentable.
El Presidente que asuma en marzo próximo deberá comprometerse, en las palabras y en los hechos, a gobernar para todos los chilenos, lo cual exige reconocer la multiplicidad de intereses y sensibilidades que se expresan en nuestra sociedad y, por lo tanto, disponerse a actuar con flexibilidad y realismo. Sería muy beneficioso que el nuevo gobierno promueva un gran acuerdo nacional orientado a reforzar la gobernabilidad y la estabilidad, para lo cual todos los sectores tendrán que poner buena voluntad.
Se van a requerir amplios consensos sobre materias tan decisivas como la de asegurar reglas claras en la economía, que reduzcan las áreas de incertidumbre y frenen la salida de capitales. No se puede crear un escenario que desaliente la inversión o que provoque desequilibrios macroeconómicos. El nuevo gobierno y el Congreso tendrán el deber de establecer relaciones constructivas, cuestión esencial para facilitar la búsqueda de soluciones a los problemas más urgentes, por ejemplo, la definición de una vía rápida para mejorar las bajas pensiones.
Tenemos que asegurar que el régimen democrático no se debilite. Eso depende de respetar la legalidad vigente. No hay otra. Los cambios que puedan venir deberán efectuarse conforme a las normas del estado de derecho. No pueden estar en duda las facultades de las autoridades electas.
El mayor reto político que enfrentará nuestro país en 2022 es el planteado por el funcionamiento y los acuerdos de la Convención Constitucional. Son muchas las preocupaciones de todo tipo que surgen a raíz de los debates que allí tienen lugar sobre las características que podría tener una nueva Constitución. Y la impresión que se tiene en muchos momentos es que todo está en discusión, que los chilenos ya no pisamos terreno firme y el futuro se ha vuelto incierto. Huelga decir que ninguna nación podrá progresar en tales condiciones. La incertidumbre genera una atmósfera que obstaculiza los proyectos de avance en todas las áreas.
El Congreso Nacional tendrá que ponerse en los diversos escenarios que puedan crearse en materia constitucional. Lo que no puede ocurrir es que crezcan las dudas acerca de lo que nos espera. Se trata de mejorar el orden institucional, no de ponerlo en situación de riesgo, ni mucho menos de revancha.
Tenemos una democracia que funciona satisfactoriamente en todos los ámbitos esenciales, en primer lugar, el ejercicio de las libertades. Ejemplo de ello son las elecciones limpias, con plenas garantías para todos. No debemos perder de vista la necesidad de proteger el valioso patrimonio de civismo con el que contamos.
Desde la perspectiva anterior y presumiendo, como corresponde, la buena fe, ambos candidatos han hecho un intento por morigerar sus posturas declarativas y de texto, ello por cierto ayuda a despejar las nubes instaladas desde hace ya un par de años.
Días atrás, un grupo de personas que tuvimos roles en la Concertación hemos hecho un respetuoso llamado a los incumbentes a un “compromiso democrático”, mal no vendría le den una mirada.
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