Perú: una inoportuna negación de confianza
Inoportuna ha sido la negación de confianza por parte del Congreso de la República al reciente gabinete ministerial encabezado por el primer ministro Pedro Cateriano, cuyo equipo ministerial duró escasos 20 días. Claramente e independiente de la eventual ausencia de consensos sobre la presencia de algunos ministros que generaban ruido al interior del parlamento, no era el momento para generar otra crisis más, siendo la principal, la compleja situación del COVID y cómo esta ha golpeado duramente no solo la economía del país, que ya presentaría una contracción del -12.5% para el actual periodo, sino al grueso de peruanos que enfrentan al virus en su etapa más compleja, con fallecidos cuya cifra oficial estaría tristemente sobre los 19,800 y una población de infectados de más de 433,000.
Ayer en horas de la mañana, el premier Cateriano se dirigió al Congreso en un discurso que duró un tanto más tres horas y media, inmediatamente se dio paso a la discusión de orden, la cual en una larga jornada que duró hasta las primeras horas de hoy, entregaba como resultado una no tan sorpresiva negativa de confianza, una votación de 54 votos en contra, 37 a favor y 34 abstenciones. Siendo esta una de las mayores crisis políticas que le toca enfrentar a la actual administración.
Si bien Cateriano cumplía con el perfil requerido de ejecutor, articulador y liderazgo al interior del gabinete, era importante que sus acciones en su actuar cotidiano también lo fueran, particularmente en el escenario del Legislativo y la necesidad de generar acercamientos y eventuales consensos, sumar al foco social sobre cualquier otro, comunicar y empatizar en vez de transmitir y mayor atención en la demanda regional y comportamiento de la pandemia en algunas provincias.
Las razones que habrían motivado el no entregarle la confianza a Cateriano, serían la designación del ministro de Educación, quien antes se había desempeñado como superintendente de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), siendo esta institución la que lideró la muy necesaria reforma universitaria, buscando el licenciamiento de casas de estudio que efectivamente cumplieran con requisitos básicos. Esto, como era previsible, dejó a varias universidades cerradas y por cierto malestares no menores. También se ha dicho que el discurso del actual premier Cateriano – que debe presentar su renuncia en 72 horas – fue proempresa, proinversión y prominero, que por lo demás se hace muy necesario en una nación que se alimenta de la minería y no le quedan espacios de tibieza para reactivar el promisorio crecimiento económico que venía presentando en las dos últimas décadas.
Como era previsible, el presidente Vizcarra se pronunció al respecto, en un breve mensaje, y señaló que no va a ceder a presiones, o acomodos particulares, aceptando la decisión del Congreso de la República y afirmando que conformará un nuevo gabinete en los tiempos previstos. Fue evidente la sensación de impotencia y frustración mostrada por el mandatario. Por ahora, el presidente deberá presentar una nueva composición de un nuevo gabinete, o, manteniendo al grueso de sus ministros y reemplazando solo a Cateriano, incluso, estaría la posibilidad de analizar alguna sucesión por alguno de los titulares de las actuales carteras de Estado.
¿Cuál es el escenario actual? Según el Reglamento Interno del Congreso, si la confianza es negada a un Gabinete Ministerial, este deberá renunciar ante el presidente de la República, quien deberá aceptar decisión y formar un nuevo Gabinete. Por otro lado, la Constitución Política del Perú - CPP, ante un escenario como el relatado, en donde el Parlamento le niegue la confianza a dos Gabinetes diferentes, “el presidente de la República está facultado para disolver el Congreso”, tras lo cual tendría que convocar a elecciones para un nuevo Parlamento. No obstante, el artículo 134 de la CPP, también conviene en que el Congreso no puede disolverse en el último año de su mandato, actual escenario.
Hoy el presidente Vizcarra se enfrenta a un escenario de crisis política compleja, sin tener las herramientas constitucionales que tuvo antes para afrontar una situación como la descrita. Bajo esta nueva crisis -que sin lugar a dudas pudo evitarse-, pierde el Perú, pierde su gente y sobre todo la reputación internacional en materias de certidumbre y madurez política tan necesaria para reactivar la economía y promover al país como destino de inversión extranjera.
Así las cosas, ambos poderes, hoy más que nunca están llamados a salir de este enfrentamiento permanente, dejar de lado sus posiciones e intereses y colocar por sobre cualquier otro, a su gente, a los peruanos en el centro.