Opinión

¡¿Por qué no te callas?!

Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

La frase —inmortalizada por el Rey Juan Carlos— no fue dicha en una cumbre internacional, sino en una punto de prensa local. Evelyn Matthei, con la paciencia agotada y la certeza de quien ya ha visto este circo antes, se la lanzó a la ministra vocera. “¡¿Por qué no te callas?!” fue la expresión elegante de algo que millones de chilenos piensan cada vez que prenden la televisión: ¿no deberían estar gobernando en vez de intervenir en la elección?

Y no, esto no se trata de Matthei. Ni de Kast. Ni de quién va primero en la encuesta de hoy y quién se derrumba mañana. Se trata del insólito espectáculo que da un gobierno que, tras más de tres años en el poder, sigue creyendo que su mayor misión es criticar a la oposición. Como si atacar al adversario solucionara la crisis económica o si una vocera vociferante resolviera los homicidios.

La Moneda se ha transformado en un comando de campaña alternativo. No en una sede de soluciones, ni en un centro de decisiones firmes y responsables, sino en una plataforma de operaciones comunicacionales donde todo se mide en likes, tendencias y aplausos entre los convencidos, destinado a cuestionar todo lo que hace la oposición.

La realidad es menos poética, porque Chile se cae a pedazos. Estamos frente, probablemente, al gobierno de peor desempeño económico desde el retorno a la democracia. Peor que el segundo de Bachelet, como si eso fuera posible. Un gobierno que destruyó la responsabilidad fiscal, dilapidó los recursos del boom del litio y hoy nos deja un déficit estructural sin explicación coherente. El empleo no se recupera, el crecimiento se estancó, y la inversión privada nos mira desde lejos.

En seguridad, el récord también es de campeonato, pero de los que nadie quiere ganar: más homicidios que nunca, más crimen organizado, más miedo en las calles. Chile pasó de ser un país ordenado a uno donde se asesina por encargo y se extorsiona al almacenero. En migración, rompimos otro récord: nunca antes entraron tantos inmigrantes ilegales como durante esta administración. El control fronterizo es una ilusión y la política migratoria ha sido un verdadero fracaso. Las mafias del tráfico de personas han encontrado en Chile un terreno fértil, gracias a un Estado permisivo, débil y sin liderazgo.

Mientras tanto, el gobierno hace declaraciones altisonantes, crea comités interministeriales, inaugura Ministerios, cambia de subsecretarios y sigue buscando culpables, de esos que solo parece encontrar en la oposición. El gobierno prefiere gastar tiempo y saliva en criticar a los candidatos de la oposición. Como si eso resolviera alguno de los problemas que aquejan a los chilenos. Como si atacar a Matthei o Kast pudiera reemplazar la gestión que no existe. Cada punto de prensa es una oportunidad para desviar la atención y cada entrevista, una excusa para pontificar. Porque cuando no hay gestión, lo único que queda es el show.

La mejor forma de ganar una elección no es atacando al resto. Es gobernando bien. Es proteger a las personas, cerrar las fronteras, encerrar a los delincuentes, recuperar el crecimiento. Pero eso exige trabajo, carácter, y un mínimo de seriedad institucional. No micrófonos, ni frases ingeniosas, ni artefactos comunicacionales.

En política, a veces el silencio vale más que mil palabras. Pero si se va a hablar, que sea para anunciar soluciones, no ataques. Porque cuando el gobierno convierte la comunicación institucional en una plataforma de campaña, pierde autoridad, credibilidad y, al final, también pierde el respaldo ciudadano. Así que quizás la frase de Matthei no fue un exabrupto. Porque a estas alturas, sí: mejor cállense y trabajen. Que para eso los eligieron.

Por Cristián Valenzuela, abogado.

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