Por una educación ciudadana para los desafíos del siglo XXI
Por Claudia Mojica, representante residente del PNUD en Chile, y Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Orealc/Unesco Santiago) y representante de la Unesco en Chile
Chile se encuentra hoy en un punto de inflexión para su futuro. Este momento, en el cual se avanza en un proceso constituyente, invita a una reflexión sobre el significado de la democracia, más allá de sus aspectos procedimentales e institucionales.
El ejercicio de una ciudadanía democrática es una condición para avanzar hacia modelos de desarrollo sostenible e inclusivos. Esto supone asumir que las personas son la base y el motor de la democracia, y que ellas son las protagonistas de su construcción y perfeccionamiento continuo.
En el marco de su mandato para impulsar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, destacando la indivisibilidad de sus objetivos, la Organización de las Naciones Unidas considera la educación ciudadana como un elemento central para impulsar una democracia sólida y con justicia social. Uno de los elementos fundamentales para la consolidación de sociedades democráticas es el desarrollo de una cultura política participativa, que incentive el involucramiento de la ciudadanía en los asuntos públicos, generando acciones individuales y colectivas que promuevan el logro del bien común. A ello contribuye una educación que fomente al aprendizaje de los valores, actitudes y comportamientos esenciales para la paz, la convivencia, el reconocimiento y valoración de la diversidad, la igualdad de género, la cohesión social y la protección de los derechos humanos.
La educación ciudadana debe, además, habilitar a los y las estudiantes para vincularse plenamente con el sistema político, es decir, preparar para la participación activa e informada en procesos electorales, de toma de decisiones públicas y en el monitoreo de las decisiones de las autoridades. Asimismo, debe promover el conocimiento y la confianza de la ciudadanía hacia las instituciones y las normas para convivir, fomentando el pensamiento crítico, el cuidado del otro y del entorno, la empatía y la capacidad de gestionar el conflicto y el disenso.
En este contexto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD Chile) y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Orealc/Unesco Santiago) lanzaron el informe 12 claves para fortalecer la educación ciudadana en Chile. Esta publicación busca ser un aporte para la implementación de la Ley 20.911 (2016), que crea una nueva asignatura de Educación Ciudadana para 3º y 4º medio, a la vez que promueve que todos los establecimientos educacionales cuenten con un plan de formación ciudadana.
La tendencia observada en las formas de involucramiento político entre las juventudes del país es la de una desafección con la política institucional, pero, a la vez, de un creciente involucramiento con los asuntos públicos. Así, por ejemplo, las y los jóvenes entre 18 y 19 años son quienes menos votan en elecciones populares, mientras que participan más que las personas adultas en organizaciones sociales, en marchas o en las redes sociales para dar sus opiniones sobre asuntos políticos.
Este cuadro implica un importante desafío, tanto para el sistema político como para el sistema educativo, y es un tema a abordar desde la educación ciudadana en el país y las distintas instituciones y comunidades educativas que tendrán que adaptarse a las transformaciones sociopolíticas y culturales, que responden a las demandas de una sociedad que busca una mayor equidad, inclusión y justicia social.
El PNUD Chile y la Orealc/Unesco Santiago reiteran su compromiso con una democracia sólida e inclusiva y con la promoción de un desarrollo sostenible, a partir de una visión multidimensional e integral de la educación ciudadana y en cumplimiento con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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