Potencias extrarregionales y América Latina
Por Jorge Heine, profesor de Relaciones Internacionales, Universidad de Boston
Recientemente, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le agradeció a Rusia, China e India por su apoyo en materia de vacunas contra el Covid-19, en un país en que la pandemia le ha costado la vida a 190.000 mexicanos. “Acudimos a ellos, y respondieron en forma fraternal”, dijo el Mandatario mexicano. Al Presidente Jair Bolsonaro de Brasil, cuyo país lleva ya 260.000 muertes por el virus, no le quedó más remedio que llamar al primer ministro Narendra Modi de India. ¿La “pedida”? Que facilitara la venta de 30 millones de vacunas indias, ya que Brasil, con 2.000 muertos diarios, no tenía cómo vacunar a su gente.
Pocas veces ha sido más evidente lo absurdo de la pretensión, tan difundida en estos años, que América Latina debería minimizar sus lazos con potencias extrarregionales como las arriba mencionadas. La “pomada” que nos han vendido es que Asia y África serían continentes muy distintos y distantes, con los cuales nos separan grandes diferencias, por lo que habría que desconfiar de ellos. Ello marcaría una gran diferencia con los socios tradicionales de la región, en Norteamérica y Europa Occidental, en los cuales sí se podría confiar, porque compartimos “valores” y tradiciones comunes.
En la mayor crisis de América Latina en 120 años, sin embargo, ¿cuáles son los países que han respondido ? China, con la “diplomacia de las mascarillas”, primero (con US$ 215 millones en cooperación a la región en 2020 a un total de 30 países), y la de las vacunas después, ha sido, por lejos, el mayor suplidor de la región. Chile no sería uno de los países que más personas ha vacunado, si no fuese por las vacunas chinas Sinovac de Sinopharma, cuya entrega aseguró con la debida anticipación. Rusia, con la vacuna Sputnik V, que será coproducida en Argentina, entre otros países, no se queda atrás. En tanto India, que no solo produce vacunas, sino que también jeringas por millones, ha vuelto a demostrar su condición de potencia en el campo farmacéutico.
Hay sin duda buenas razones por las cuales la Unión Europea embargó la venta de vacunas a países como Australia y otros, y por las cuales el Presidente Biden le negó inicialmente al Presidente de México el acceso a vacunas de los EE.UU. cuando éste se las solicitó, algo a lo cual recién ahora ha accedido a cambio de ayuda de México para resolver la crisis migratoria que tiene en la frontera. No se trata de mala voluntad, sino que de prioridades. Mi punto es otro. El sello de América Latina en el nuevo siglo ha sido la “diversificación” de sus lazos diplomáticos, comerciales, financieros y de inversión. La bonanza que se vivió en la “década de oro” de 2003-2013 se debió precisamente a ello y a la demanda por recursos naturales desde Asia.
Sin embargo, en los últimos años, desenterrando la Doctrina Monroe, se nos ha tratado de convencer que América Latina debería limitar sus lazos con estas “potencias extrarregionales”, por los supuestos peligros que entrañarían. Lo que la pandemia demuestra es todo lo contrario. A mayor diversificación de nuestras relaciones internacionales, más seguros y mejor estamos.
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