Preocupante comienzo
Por Jorge Burgos, abogado
Bien le habría venido al Mandatario y al equipo de gobierno al iniciar su gestión, inspirar confianza y hacerse respetar por la mayoría del país, comprendidos quienes no los apoyamos en las urnas. Sin embargo, estas pocas semanas actuaron precisamente en la dirección opuesta. No hubo lo que se conoce como período de luna de miel, aceptado tradicionalmente como un pacto tácito de buenas maneras para hacer más llevadera la instalación de un nuevo gobernante. Y la responsabilidad de aquello fue del Presidente y sus principales colaboradores, que abrieron de inmediato varios frentes de conflicto.
La acumulación de errores no fue solo una muestra de impericia, sino sobre todo la consecuencia de los condicionamientos ideológicos con que actúa el nuevo bloque oficialista. El incidente con el Rey de España, por ejemplo, fue un mensaje de simpatía de Boric hacia el partido español Unidas Podemos, al que probablemente se le quería demostrar que sus amigos chilenos también son antimonárquicos; en suma, un absurdo político y diplomático por donde se le mire, revelador de una mentalidad para la cual lo importante es marcar la propia identidad.
Lo anterior explica también las declaraciones de la ministra Siches al hablar de “presos políticos mapuches”. Incorporado una categoría de presos, por cierto inexistentes en nuestro país y, de paso, gratuita e infundadamente, colocándonos en compañía de estados que sí persiguen y encarcelan, como Cuba y Venezuela. Lo mismo ocurrió, de alguna manera, al achacar al sistema de administración de justicia una determinación racista y clasista, lo que obligó a la Corte Suprema a responderle. Es evidente que la ministra busca despejar toda duda sobre su condición de ser la segunda figura de autoridad del gobierno, y ha priorizado los gestos hacia la base electoral, pero con escasa preocupación por las consecuencias que ello pueda tener para el resto de la sociedad. Es visible que el feminismo de combate tiene hoy una amplia influencia en La Moneda, y que una preocupación esencial de Boric es demostrar que él encabeza “un gobierno feminista”.
Boric y el Frente Amplio están convencidos de que representan a una generación llamada a cumplir una gran misión. “Somos parte -señaló el 13 de marzo- de una generación que hace un par de años dijo fuerte y claro que quería cambiar las cosas”. Se autoperciben como la vanguardia de la sociedad que está llamada a inaugurar un nuevo ciclo histórico, en una actitud orillera del mesianismo. Allí puede radicar la mayor vulnerabilidad del nuevo gobierno en los tiempos que vienen. La pasión ideológica y la autosuficiencia política pueden fomentar el voluntarismo, y ello conducirá, forzosamente, a chocar con la realidad. El nuevo gobierno es, hasta el momento, más una respuesta refundacional que un plan metódico para atender las necesidades nacionales; más una postura que una perspectiva política.
¿Qué trasuntan estos actos y los dichos del gobierno en las primeras semanas? Un frágil entendimiento de las complejidades de la tarea asumida. Es como si el Mandatario y su círculo de confianza no terminaran de asimilar el hecho de que dejaron de ser opositores, que podían permitirse cualquier declaración rupturista, como muchas de las que Boric, Siches, Jackson y Vallejo lanzaban el año pasado y, consiguientemente, no terminarán de asumir que se encuentran a la cabeza del Estado, obligados a tomar decisiones sobre múltiples materias que influirán, para bien o para mal, en la marcha del país.
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