Preocupantes indicadores de la economía

marina

Una serie de variables dejan ver los problemas que arrastra la economía para retomar tasas de crecimiento más vigorosas y la necesidad de impulsar una agenda en tal sentido.



La economía nacional atraviesa por tiempos complejos, lo que se refleja en una serie de indicadores que dan cuenta de ello. Desde luego, al mercado le llamó la atención que el Imacec de mayo registrara una caída del 2%, bastante más de lo que se estaba anticipando, resultado que estuvo fuertemente incidido por la baja que registró el sector minero. También preocupan las cifras que muestra el comercio, un sector que refleja bien el estado en que se encuentran las finanzas de las familias.

El Índice Mensual de Ventas Diarias del Comercio Minorista, un indicador que elabora el Banco Central tomando como base las boletas electrónicas, muestra una caída anual de 13% en junio, profundizando el descenso que ya se había observado en mayo. Con ello se han completado doce meses de baja, siendo llamativo que el nivel de caída se asemeja a los peores momentos que se vivieron en la pandemia. Dicho indicador es una fotografía del momento, que al ajustarse por otras variables muestra en el tiempo bajas más atenuadas, pero igualmente una trayectoria de ajuste. Parte de la caída del sector comercio se explica por los excesos de inventarios que siguieron al periodo de pandemia, lo que ha obligado a vender a precios más bajos, sin perjuicio de que la menor actividad de la economía también ha golpeado.

En materia de empleo la situación también se advierte compleja, pues la tasa de desempleo ha ido aumentando (8,5% en el trimestre móvil marzo-mayo, el séptimo aumento consecutivo). Si bien este incremento ha sido gradual, preocupa que la economía esté perdiendo fuerza para crear más empleo, especialmente de calidad. Un reciente reporte de la Cepal mostraba que la economía chilena es una de las más rezagadas de la región para recuperar los niveles de empleo que había antes de la pandemia.

A todo ello se suma el hecho de que casi 600 empresas se declararon en quiebra en el primer semestre, lo que supone un aumento de 12% con respecto a igual periodo del año anterior, o la manifiesta caída que se ha observado en materia de inversión minera, donde los registros de la Corporación de Bienes de Capital muestran una caída superior al 40%. En ello inciden una serie de variables, entre ellas el que grandes proyectos de inversión se hayan completado, pero claramente cabría esperar que cuando los precios de las materias primas siguen altos es cuando debería haber más interés en invertir en dicho sector.

La economía chilena refleja signos de debilidad, y de hecho era necesario un cierto ajuste para efectos de empezar a anclar las expectativas de inflación. Ello ya parece estar lográndose, previéndose que en su próxima reunión de política monetaria el Banco Central comience a bajar la tasa de referencia. Pero el desempeño por debajo de lo esperado en una serie de sectores y los alicaídos niveles de inversión dan cuenta de que la economía está muy lejos de sus niveles óptimos, lo que se refleja en las magras tasas de crecimiento que se prevén para los próximos años. Frente a ello ciertamente lo que cabría esperar es que la autoridad entregue señales robustas en cuanto a generar las condiciones para una mayor reactivación.

En tal sentido ha habido en las últimas semanas algunas señales, donde el Ministerio de Hacienda pretende retomar algún tipo de agenda procrecimiento. Pero está claro que cuando los procesos de evaluación ambiental son inciertos y sumamente extensos, cuando no se cierra la posibilidad de un alza de impuestos o cuando se aprueban normas sin aquilatar bien sus posibles impactos en el mundo de la empresa, como la de delitos económicos, el objetivo de generar las suficientes certezas se aleja. No hay duda de que es aquí donde el equipo económico debe poner todo su empeño, y no dispersarse en reformas testimoniales.

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