Presidente, con Chile no se juega
Chile es un país pequeño, cuyas posibilidades de influir y ser respetado en la escena internacional pasan por la seriedad, sobriedad y autonomía de su política exterior. Esto es lo que ha llevado a entenderla como una política de Estado, que debe trascender a los gobiernos de turno. Esa política tiene entre sus pilares fundamentales: la defensa de la multilateralidad y la integración de la región.
El Presidente Piñera está rompiendo con esa tradición. El rechazo a firmar el Acuerdo de Escazú sobre medio ambiente y el de Marrakech sobre migraciones anunciaron un peligroso giro en materia de apoyo a la multilateraildad. El permanente hostigamiento al que se ha sometido a la expresidenta Bachelet se sitúa en la misma dirección. Haciendo caso omiso de su importante responsabilidad como Alta Comisionada de DD.HH de Naciones Unidas, en vez de contribuir al éxito de su misión, se la acosa diariamente para que se comporte como si fuera una dirigente política sin responsabilidades globales.
El alineamiento de la crisis de Venezuela con la política norteamericana cuestiona, a su vez, el principio de autonomía que en democracia defendieron gobiernos de muy diversa orientación.
El anuncio de la creación en los próximos días de Prosur, en reemplazo de Unasur, viene a consolidar esta ruptura con principios básicos de autonomía y no alineamiento en materia de política exterior. Propuesta por el Presidente de Colombia, Iván Duque, aliado estrecho de Trump y reconocido adversario de los acuerdos de paz, Prosur es una iniciativa que nace con un manifiesto sello conservador. Con ella se comete el grave error de pretender sustituir una institución como Unasur, que colapsó por su deriva ideológica, por otra que, aunque de signo contrario, está llamada a sufrir la misma suerte: su rápida obsolescencia, por incapacidad de representar los intereses permanentes de los países. Es prácticamente un hecho que más de un país sudamericano se restará de esta convocatoria. A su vez, la contingencia electoral puede conducir a que en el curso de los próximos meses sea derrotado alguno de sus fundadores. Macri podría ser el primero.
En los días previos al viaje a Cúcuta se le dijo al Presidente Piñera que este era un despropósito y que su participación era impropia de un gobernante serio. No escuchó, con los resultados que se conocen. Frente a esta nueva iniciativa es preciso que se informe y consulte antes de producir un nuevo desaguisado. Por voluntad popular, él es el Presidente de Chile, pero no su dueño. Constitucionalmente, tiene la responsabilidad de conducir las relaciones internacionales, pero nada lo autoriza a utilizarlas para asentar un liderazgo regional que pocos le reconocen, y manejarlas improvisadamente, con estridencia, sacrificando nuestro prestigio como país.
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