Prevenir la violencia escolar

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SEÑOR DIRECTOR:

“No llorar sobre la leche derramada”, dice el refrán, buscando, si no me equivoco, que no nos enfoquemos en el daño, sino en cómo resolverlo, algo que refleja un poco nuestra idiosincrasia: ¿cuándo un problema se vuelve un problema? Cuando la leche se derrama. ¿Por qué no nos concentramos mejor en que no se derrame?

Con temor vemos que se normaliza el que tengamos serios eventos de bullying en todo tipo de establecimientos educacionales. Acciones que no solo son a través de violencia física, sino también por medio de la tecnología, la que no se circunscribe solamente al entorno escolar. Algunos pueden dejar heridos o huellas por mucho tiempo y otros han costado vidas. Inmediatamente, el foco se pone en los protocolos de convivencia: qué se debe hacer con los agresores y con los agredidos, pero no en cómo evitar que vuelva a ocurrir. Total, si la leche no está derramada, no importa, vamos a otros temas.

Estos eventos de violencia ocurren, dañan a quienes los sufren y estigmatizan a quienes los realizan. Debemos prevenirlos y para ello existen las ciencias de la prevención, que básicamente nos dicen que debemos enfocarnos en lo que hacemos los adultos y cómo nos relacionamos con nuestros niños, niñas y adolescentes en la comunidad, en la familia, en las escuelas. Programas con amplia evidencia de resultados como “PMTO”, “Familias Unidas”, “Comunidades que se cuidan”, “Yo puedo”, “Triple P” y otros nos pueden encaminar en la senda correcta. Tomemos en serio el tema, porque esta es, lamentablemente, una leche sobre la cual, cuando se derrama, seguiremos llorando por muchos años.

Raúl Perry

Gerente de programas de Fundación San Carlos de Maipo

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