Prioridades económicas
Estamos a pocos días del comienzo de un nuevo gobierno, liderado por el Presidente electo Sebastián Piñera. Al mismo tiempo, la evidencia muestra que el crecimiento está repuntando, de la mano de un mayor precio del cobre, y todas las encuestas muestran que la confianza de consumidores y empresarios ha mejorado. Esto no debiera llevar al nuevo gobierno a la complacencia. La economía chilena tiene falencias muy importantes que atentan contra su desarrollo de largo plazo. Ellas han sido nuevamente destacadas en el informe de la OCDE para Chile recientemente dado a conocer.
¿Cuáles tareas podríamos destacar en esta breve columna? En primer lugar, revisar las trabas burocráticas para el emprendimiento y la formación de nuevas empresas, eliminando las que no tienen sentido y mejorando otras. Asimismo, el peso del Estado se ha ido acrecentando, con aumentos en el empleo público y una baja en la calidad de los servicios que el Estado entrega a la ciudadanía. Este es un tema prioritario que debe ser enfrentado ya.
Segundo, como también lo enfatiza la OCDE, seguimos dependiendo del cobre y su volátil precio. Necesitamos una política de diversificación productiva que nos permita aprovechar los nuevos vientos de la economía mundial. Es hora que el tema se tome en serio. Las nuevas políticas hacia el litio puestas en marcha por Corfo recientemente podrían ser un componente.
Tercero, nuestra fuerza de trabajo tiene muy bajas destrezas productivas, la base de buenas remuneraciones. Ello tiene implicancias fundamentales para la educación pre escolar, básica, media y técnico-profesional. Al nuevo gobierno le tocará la puesta en marcha de las reformas educacionales aprobadas. Es de esperar que prime un enfoque en la calidad de contenidos, la modernización de métodos de enseñanza y la atracción a la carrera docente de profesionales jóvenes capaces y bien motivados.
Cuarto, en lo laboral, nuestro sistema ha favorecido el crecimiento del sector informal, el empleo por cuenta propia y los contratos de corto plazo, problemas acrecentados por la reciente reforma. Una de las recomendaciones de la OCDE en su reciente estudio para nuestro país valdría la pena tomarlo en serio: reducir las indemnizaciones por años de servicio a cambio de fortalecer los seguros de cesantía. Cómo abordar una reforma pro trabajador y pro crecimiento es una tarea pendiente.
Quinto, tenemos un importante desafío fiscal por delante. El nuevo Presidente y su ministro de Hacienda designado han prometido una reforma tributaria para corregir los defectos de la reforma que ahora está en implementación. Bien valdría la pena que esto se hiciera sin reducir la carga tributaria.
La acción pública en educación, salud y pensiones para lograr un crecimiento con igualdad de oportunidades sugiere que sería un grave error disminuirla. Más que la reducción de tasas, la consigna debería ser hacer el sistema más eficiente y con mayor equidad.
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