Productividad local y acuerdos políticos
Señor director:
Las proyecciones y el resultado final del PIB del 2019 tienen los ingredientes de una novela de suspenso. Por un lado, el gobierno sigue proyectando un crecimiento sobre 3,2% y, por el otro, la mayoría de los analistas de la plaza lo hacen por debajo de 3,0%.
Nadie cede, porque hay señales contradictorias. Durante esta semana, el FMI avaló un 3,2%. Sin embargo, desautorizando ese aval, el desempleo del Gran Santiago subió a 8,4%, el más alto desde 2016.
Si bien se debe reconocer que no es banal la discusión sobre una décima más o menos en el crecimiento del PIB -unos tres mil millones de dólares por cada décima adicional-, debemos concordar que nuestra economía está con un techo decepcionante, determinado por dos restricciones: una de ellas, que las actuales autoridades económicas desvalorizaban cuando eran oposición,es la dependencia de nuestro país del escenario externo. Y la otra, remarcada hasta el cansancio por muchos profesionales, la baja productividad. Así, estamos estancados con un crecimiento potencial más bajo que el requerido para que Chile logre ser un país desarrollado como Nueva Zelanda o Noruega.
El escenario mundial no será exuberante en los próximos dos años, sino que mejorará moderadamente en todas las regiones. Lo que nos queda entonces es estimular la productividad de los factores productivos a través de reformas consensuadas, por ejemplo, mejorando la efectividad de la capacitación laboral. No hay soluciones mágicas, más que ser más eficientes. Y, también, trabajar para lograr acuerdos políticos legislativos que mejoren el ambiente, aseguren estabilidad y permitan percibir las reformas en curso como necesarias, de calidad y equitativas.
Carlos García Toledo
Jorge Rodríguez Grossi
Académicos Universidad Alberto Hurtado
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