Proyectando mejores futuros
Por Pablo Allard, decano Facultad de Arquitectura U. del Desarrollo
El pasado 4 de agosto se celebró en Chile el día de la Arquitecta y Arquitecto. Una profesión que se enseña en nuestro país desde 1849, y que pese a la contingencia, está sin duda más vigente que nunca.
Entre los desafíos está la incertidumbre proveniente del ambiente político, la inflación y contracción económica, el alza y quiebre de stock de materiales, el estancamiento del mercado inmobiliario y los créditos hipotecarios, o los cada vez más crecientes conflictos socio-territoriales. A esto sumamos un sinfín de nuevas normas y leyes de difícil implementación, que terminan resueltas por dictámenes de Contraloría o en costosos litigios cuando las obras ya están construidas. Es tal la incerteza en el medio que algunos head hunters buscan explícitamente especialistas en permisología.
Pese a lo anterior, las tendencias globales soplan a favor de la arquitectura. Si hay algo que nos ha dejado en claro la pandemia, es que tendremos que adaptar y rediseñar nuestros hogares, oficinas, servicios, barrios y ciudades para los nuevos estilos de vida híbridos que llegaron para quedarse: espacios más flexibles, seguros y ventilados pero con nuevas proximidades, y ojalá autosuficientes a nivel de barrio. Esto ya lo estamos viendo en el mercado de oficinas y del retail, y cuando surjan los brotes de la recuperación económica aparecerá toda una gama de innovaciones y diseños sin precedentes.
En cuanto al cambio climático, las ciudades consumen el 78% de la energía, generan el 60% de las emisiones de gases efecto invernadero, y solo ocupan un 3% de la superficie del planeta. Esto significa que el verdadero atajo a la sostenibilidad estará en nuestros edificios, barrios y ciudades. Chile ha comprometido un ambicioso plan de reducción de emisiones, y en los próximos años será mandatorio no solo que toda nueva construcción cumpla con los más celosos estándares de eficiencia energética e hídrica, sino además tendremos que remodelar y adaptar gran parte de stock edificado existente.
Por otro lado, una de las principales demandas globales por justicia social es el acceso a la vivienda; déficit que en nuestro país alcanza a más de 650 mil familias. En este contexto, el Plan de Emergencia Habitacional anunciado por el Presidente Boric de entregar 260 mil soluciones habitacionales durante su gobierno también es una oportunidad para que miles de colegas vuelquen su creatividad y talento en diseñar esas viviendas, plazas y equipamiento social que repare la deuda urbana que tenemos con nuestras ciudades.
Una última señal de esperanza viene de la mano de la transformación tecnológica. No solo en los vertiginosos avances de nuevos materiales y procesos, fabricación digital, impresión 3D, construcción circular o sensorización. Los nuevos paradigmas domésticos que apuntan hacia comunidades autosuficientes y una ciudad compartida, y finalmente ese inefable espacio llamado Metaverso que, para beneficio de la profesión, se ha forjado a imagen y semejanza del mundo tangible.
Alguien tendrá que diseñar esos espacios y experiencias reales y virtuales, cargarlas de sentido, utilidad y belleza, y somos los arquitectos y arquitectas los llamados a enfrentar esa incierta pero promisoria hoja en blanco.
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