PTU, los grandes desafíos siguen pendientes
Por Ricardo Carbone, Universidad Alberto Hurtado
Hace algunos días se publicaron los resultados de la nueva Prueba de Transición Universitaria. Como todos los años, abundan los análisis e interpretaciones. Muchas de ellas apresuradas y con poco sustento técnico.
Desde la Subsecretaria de Educación Superior sostienen que con el nuevo instrumento habría una disminución de las brechas entre estudiantes egresados de colegios particulares y subvencionados y municipales; lo mismo que entre estudiantes de establecimientos científico humanista y técnico-profesionales. Esta sería una buena noticia, pero aún se mantienen brechas en la comparación de los resultados por género y por región y 96 de los 100 establecimientos con mejor promedio son colegios particulares.
Con todo, debe valorarse que la prueba haya sido exitosamente realizada en condiciones extremadamente difíciles; gran mérito de la Subsecretaría de Educación Superior (que por primera vez tuvo a cargo la aplicación), del Demre y, por cierto, de los y las estudiantes que rindieron la PTU. Una aplicación informada, transparente, de alto rigor técnico, es un activo que nuestro sistema de educación superior debe cuidar y proteger.
En este sentido, es importante hacer ver algunos aspectos importantes. Lo primero, es recordar que los análisis realizados hasta ahora son muy preliminares. Aunque sea de transición, el objetivo de la PTU es seleccionar a los y las estudiantes para acceder a la educación superior, su real efectividad solo se podrá conocer en 4 o 5 años más, cuando se analicen las trayectorias académicas de quienes fueron seleccionados(as) con este instrumento. Es conveniente que la ponderación que se le da a esta prueba siga complementándose con las notas de la enseñanza media y con el ranking que beneficia al 10% de mejor rendimiento en cada curso. Estas medidas disminuyen las diferencias de puntaje entre los tres subsistemas escolares.
Por otra parte, vale la pena recordar que el proceso de selección para acceder a educación superior implica a un gran número de actores, cuyas definiciones de política pública e institucionales deben ser revisadas a la luz de los actuales requerimientos nacionales, institucionales y, por cierto, de los y las estudiantes que accederán a este nivel educacional.
La PTU es parte del proceso de selección y admisión. Para seguir avanzando, es relevante fortalecer la articulación del sistema en su conjunto, los mecanismos de regulación y aseguramiento de la calidad, de acceso a información oportuna y transparente, de financiamiento de becas, beneficios y, principalmente, de innovación y desarrollo de alternativas de formación pertinentes, creativas y efectivas.
A nivel de política pública, es fundamental seguir avanzando en el diseño de una prueba que mida habilidades y competencias, principalmente enfocadas en proyectar trayectorias académicas y profesionales exitosas. Igualmente, debe hacerse un esfuerzo por poner en valor otras alternativas de formación y proyección laboral. La educación técnico profesional, el emprendimiento, la innovación, el desarrollo artístico y creativo deben ser reconocidos y fortalecidos como alternativas igualmente valiosas.
Por otra parte, las universidades deben seguir avanzando en vías de acceso alternativas, en reconocimiento de aprendizajes previos, en flexibilización de curriculum y de trayectorias académicas, en fortalecer sus programas de apoyo a la permanencia y éxito oportuno y otras estrategias que permitan contar con un sistema de educación universitaria que potencie al máximo el talento y despliegue académico y profesional de quienes acceden a sus programas de formación de pregrado. Es imprescindible una profunda actualización de la actual oferta académica, muchas de las carreras actuales no están respondiendo a los requerimientos del mundo académico y profesional, tampoco a los intereses de los y las futuros(as) estudiantes.
En síntesis, es importante felicitar y reconocer los avances alcanzados con el diseño y aplicación de la PTU, reconociendo que los análisis realizados hasta ahora son muy preliminares y que tanto la política pública como las instituciones de educación superior tienen mucho que avanzar. Sin embargo, estos avances no nos deben hacer perder de vista lo más importante. Como país, mantenemos pendiente el desafío principal, mejorar la educación preescolar, escolar y secundaria, es ahí donde se deben eliminar las brechas, ofrecer igualdad de oportunidades y permitir que cada estudiante despliegue su talento, ello implica construir y asegurar un sistema educacional más equitativo y de mayor calidad.
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