Putin refuerza su poder en Rusia

Russian incumbent President Putin speaks after polling stations closed, in Moscow
REUTERS/Maxim Shemetov

El resultado electoral del domingo, más allá de la falta de garantías del proceso y de los cuestionamientos de parte de la comunidad internacional, no sólo le da nuevos aires al Presidente ruso, sino que lo podría llevar a escalar aún más su confrontación con Occidente.



Era la elección más predecible en un año marcado por la masiva concurrencia a las urnas en más de 60 países. A 24 años de su primer triunfo en unos comicios presidenciales y a casi 25 desde que se convirtiera en primer ministro y el hombre fuerte de los últimos meses del gobierno de Boris Yeltsin, Vladimir Putin ganó su quinta elección, que le permitirá gobernar hasta 2030, con la posibilidad de extender su “reinado” por otros seis años más. Ningún otro líder ruso habrá estado más tiempo en el poder, ni siquiera Josef Stalin. Un joven ruso nacido a principios de este siglo virtualmente no ha conocido a ningún otro gobernante en estas más de dos décadas, con la excepción de Dmitri Medvedev que gobernó entre 2008 y 2012, pero mantuvo a Putin como su primer ministro y verdadero hombre fuerte del régimen.

Pero los comicios donde el actual gobernante obtuvo más de 87% bordearon la pantomima electoral, porque más allá de la alta popularidad de la que goza según las encuestas, incrementada por el espíritu nacionalista que ha alimentado el conflicto con Ucrania, lo cierto es que el régimen se preocupó de bloquear o neutralizar a cualquier eventual figura que pudiera desafiarlo. La oposición fue perseguida y no hubo igualdad de condiciones para competir. Los otros tres candidatos que participaron no sólo fueron expresamente aprobados por las autoridades electorales, cooptadas por el régimen, sino que no representaban ningún riesgo real para Putin. Juntos sumaron apenas el 11% de los votos. Y las elecciones se llevaron a cabo sólo un mes después de la muerte del opositor Alexei Navalny en una cárcel rusa.

Más allá de las esperables condenas de Occidente, que aseguraron que “las elecciones no fueron ni justas ni libres”, lo cierto es que la farsa electoral del domingo no sólo refuerza internamente el poder de Putin, sino que deja claro a sus adversarios políticos que no hay espacio para desafiarlo. Con una oposición seriamente debilitada por la presión del régimen, el Presidente ruso podrá gobernar sin contrapeso y validar sus acciones en el supuesto apoyo masivo de la ciudadanía. Pero además sustentará en ello su posición frente a Occidente y su operación en Ucrania, cuyos territorios controlados por Rusia también concurrieron a las urnas. El propio Putin lo señaló la noche del triunfo al insistir que los resultados muestran “una sociedad cohesionada” detrás de su liderazgo.

Pero si bien lo sucedido el domingo le da nuevos aires a Putin, su discurso desafiante -advirtiendo incluso el eventual uso de armas nucleares-, representa también una amenaza para Occidente. La OTAN deberá hacer frente a un gobernante ruso embriagado por los resultados electorales, quien incluso no descartó un eventual conflicto más amplio con la Alianza Atlántica. “Todo es posible”, dijo el domingo al ser consultado por el tema y prometió reforzar el papel de Rusia como potencia geopolítica. En ese proceso será clave el rol que asuma China, que hasta ahora ha sido el sostén principal de Moscú en su enfrentamiento con Occidente. Sin Beijing, la economía rusa no podría haber sorteado las sanciones occidentales. Por ello, del futuro de esa relación dependerá en gran medida la evolución del nuevo periodo de Putin.

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