¿Qué significa eutanasia?
Por Patricio Ventura-Juncá, profesor de Bioética UFT y PUC; Beatriz Shand, profesora de Bioética UFT; Manuel Santos, director del Instituto de Bioética UFT; y María Angélica Sotomayor, abogada, CEC UFT
Una persona que deliberadamente provoca la muerte de otra comete un homicidio: una grave falta moral penada por la ley. El proyecto de ley de “Muerte Digna y Cuidados Paliativos”, hoy en discusión, introduce una excepción al considerar que un médico podría legalmente provocar deliberadamente la muerte de un enfermo si se dan determinadas condiciones. La primera de éstas es que la muerte haya sido solicitada por alguien en forma libre y responsable, y la segunda, que padeciera de una enfermedad incurable con un dolor y sufrimiento intolerable.
En el debate suscitado se ha puesto como condición más relevante que la solicitud de la persona sea expresión de su plena autonomía, es decir, que no haya presiones de terceros y que ella sea mentalmente responsable y consciente de sus actos. Inmediatamente surge la pregunta: ¿alguien que quiere que se ponga fin a su vida es plenamente autónomo? ¿Lo es también en el caso del suicidio? ¿se puede decir que los que pretenden suicidarse son plenamente autónomos? Si así fuera, lo coherente con este argumento sería no impedir que lo hiciera e incluso tratar de ayudarlo. La analogía ayuda, pues es de sentido común que cualquier persona, más aún un médico, trataría de impedir y convencer a la persona que no se suicidara.
En este contexto, resulta clave comprender las implicancias del principio de la bioética en el enunciado como respeto por la libertad y responsabilidad de los pacientes o de autonomía. Esto implica que los pacientes tienen el derecho no solo al rechazar la obstinación terapéutica (encarnizamiento), sino que el derecho a rechazar tratamientos que subjetivamente lo perciben como extraordinarios para su situación, aunque el médico los considere proporcionados. Muchos ancianos, con enfermedades crónicas o cáncer prefieren morir tranquilos en su casa asistidos con cuidados paliativos, rodeados del cariño de su familia y seres queridos y no en el hospital en un entorno desconocido, rodeados de tubos y electrodos. Esto no es eutanasia. Lamentablemente, en el debate a veces se confunde el matar deliberadamente con dejar morir.
La segunda condición que pone el proyecto de ley es que el paciente que solicita poner fin a su vida tenga una enfermedad terminal e incurable con un dolor intolerable. Hay acuerdo que hoy día la medicina es capaz de controlar prácticamente cualquier dolor, razón por la cual se habla más de sufrimiento intolerable. Pero, ¿viene ese sufrimiento principalmente de la enfermedad que padece o tiene otras causas? Hay evidencias empíricas de que en la solicitud de eutanasia influyen condiciones del entorno en que esa persona se encuentra: soledad, abandono, falta de afecto, temor, vulnerabilidad, carga económica, entre otras. Y lo confirma el hecho de que los cuidados paliativos han demostrado que disminuyen significativamente la solicitud de eutanasia (R.J. Janssens et al J. Med Ethics. 1999 oct; 25). Cuando se da una situación así, nos preguntamos: ¿cuál es la actitud coherente tanto del médico, la familia, amigos, para responder a dicha situación? Cuando alguien tiene dolor, le damos analgésicos adecuados. Cuando alguien está solo y deprimido, lo humano es acompañarlo, darle cariño, y ayudarle a encontrar el sentido de su existencia, aún en esos momentos difíciles.
La eutanasia implica la participación de un tercero, según esta ley esa sería la labor del médico. El médico tiene que ser una persona responsable y autónoma que actúa sin presiones externas. Desde el punto de vista moral, su participación entraña una decisión deliberada de poner fin a la vida de otra persona que se lo solicita. Hoy, en Chile, es penalmente responsable de esa acción. La nueva ley suprimiría esta responsabilidad moral y penal, y sería más grave si impone la eutanasia como un derecho del paciente al cual la sociedad está obligada atender.
Estas reflexiones las hacemos para que el lector pueda sacar sus propias conclusiones respecto al significado que tiene este proyecto de ley en la cultura de hoy. El que se permita matar en una determinada situación, es un hecho de la mayor relevancia moral. Chile tiene todavía la oportunidad de decidirse por un camino más humano y solidario para cuidar a los pacientes que están en una situación angustiosa y de gran sufrimiento por su enfermedad, su soledad y falta de cariño
Llama la atención que quiera plantearse la eutanasia en el contexto de los cuidados paliativos cuando, tal como lo expresa uno de los referentes mundiales del tema, el Dr. Robert Twycros, la medicina paliativa tiene como uno de los principios fundamentales el aceptar la muerte sin acelerarla ni prolongar artificialmente la vida. En palabras del Dr. Twycros: “La oposición casi unánime de los médicos y enfermeras paliativistas al suicidio médicamente asistido y a la eutanasia, nace de la observación de la realidad de innumerables pacientes moribundos. Las razones para ello son muchas e incluyen tanto la vulnerabilidad y ambivalencia de los pacientes, como el hecho de que la mayoría de los pacientes que solicitan suicidio asistido o eutanasia cambian de opinión cuando se les proveen cuidados paliativos de buena calidad” (Twycros, 2000).
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