Ranking de Universidades
Como todos los años en esta época, comienzan a aparecer los rankings de las universidades. Hace unas semanas publicó La Tercera y ayer el Grupo de Estudios Avanzados Universitas junto con El Mercurio. Publicaciones que buscan dar a conocer el nivel de calidad de nuestras instituciones y de ciertas carreras.
Ante esto es posible hacer algunos comentarios. En primer lugar, como ocurre con todo ranking, estos deben ser considerados en su justa medida. Si bien se toman en cuenta ciertos indicadores amplios y razonables, como el nivel de publicaciones o años de acreditación, medir la calidad es complejo y las comparaciones se hacen muchas veces tediosas, pues no logran abarcar la totalidad de factores que finalmente influyen en la calidad. Se trata de un concepto que responde a diversas definiciones y que atiende al cumplimiento que la propia institución tiene respecto de su proyecto educativo que ha definido. Así por ejemplo, si un establecimiento tiene por vocación la dedicación a estudiantes más vulnerables que no obtienen los mejores puntajes de PSU, no es justo medirla en base a los resultados de la prueba de sus alumnos, sino en si logra o no el objetivo que se ha predefinido. Lo mismo ocurre con el indicador de publicaciones de investigación, pues sitúa en la misma balanza a aquellas que son de docencia de las que son más complejas. Incluso, el criterio en sí mismo puede no tener una real significancia, ya que es la calidad de la publicación y no el número lo que realmente importa.
En definitiva, los ranking tienden a homologar instituciones que son por sí mismas diversas, además de que muchas veces se quedan con factores más bien superficiales o subjetivos, como lo es, la utilización de la percepción de calidad como criterio de medición.
A pesar de las prevenciones ya hechas, es posible hacer una observación respecto de los resultados publicados. En ambos rankings es posible analizar que las universidades privadas (no tradicionales) han tendido a la mejora, obteniendo puntajes más altos que años anteriores y siendo éstas las que más logran crecer, de hecho, dos de ellas se encuentran dentro del top ten. Esto es muestra de la consolidación de estos planteles, que en su mayoría son nuevos y cumplieron recientemente los 30 años de funcionamiento. Elemento relevante a la hora de analizar la calidad de las instituciones pues el tiempo sin duda pesa en la experiencia y prestigio que tienen.
Por último, es importante tener a la vista estas consideraciones a la hora de pensar el sistema para el futuro. Los desafíos de la educación superior son varios, especialmente porque Chile es un país en desarrollo y con una reforma en proceso de implementación. Será clave en ello el rol que cumpla la nueva institucionalidad de nuestro país. Así, la Superintendencia de Educación Superior debe velar por el cumplimiento de la normativa y el accountability, por su parte, la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), tiene la misión de asegurar la calidad, especialmente preocuparse por la definición de los criterios y estándares de acreditación, para que respeten la diversidad y autonomía de las instituciones con especial resguardo de sus proyectos educativos, evitando comparaciones como las que vemos en los ranking. Mientras que la Subsecretaría de Educación Superior debe promover el fortalecimiento del nivel en su conjunto mediante políticas integrales, y reflexionar constantemente sobre cuáles son las mejoras necesarias que requiere el sistema, desde financiamiento, acceso, estructura, entre otros, para así hacerse cargo de las necesidades y el dinamismo de la propia educación.
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