Realismo con Renuncia
El anuncio de gabinete por parte del presidente electo es una verdadera regresión y una especie de homenaje a los gobiernos de la Concertación. No parece casualidad que se haya elegido el Museo de Historia Natural, con los dinosaurios de fondo, para hacer su primer gran anuncio.
“No eran 30 pesos, son 30 años”, fue la frase de moda durante el estallido antisocial, que tenía por objeto relevar las aparentes carencias que las tres últimas décadas de desarrollo económico y social en Chile. Pero el anuncio de gabinete por parte del presidente electo es una verdadera regresión y una especie de homenaje a los gobiernos de la Concertación que dominaron esos 30 años.
No parece casualidad que se haya elegido el Museo de Historia Natural, con los dinosaurios de fondo, para hacer su primer gran anuncio.
Si hace tan solo seis meses, Gabriel Boric anunciaba que Chile sería la tumba del neoliberalismo, al nombrar a Marcel, Montes, Vega y Valenzuela lo que hace es exhumar completamente el eje estructural que permitió administrar y sostener el modelo político, social y económico diseñado en el gobierno militar y consolidado en el país durante los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet. La concertación no estaba muerta, andaba de parranda.
Lo que podría ser una buena noticia para Chile, en el sentido de la moderación, es una gran decepción para la mayoría de las 4.5 millones de personas que votaron por Gabriel Boric bajo la promesa de un gobierno transformador y alejado de los cuoteos clásicos de la política. Porque el desfile de partidos políticos ayer en el comando del presidente electo dio cuenta del golpe de realidad que debió asumir Boric para conformar su gabinete.
Como no tiene mayoría en el Congreso, fue hábilmente obligado por los partidos a renunciar a sus convicciones y construir su equipo con las mismas cuotas, figuras y rostros que los jóvenes idealistas del Frente Amplio ningunearon durante tanto tiempo.
¿Cómo reaccionarán los nuevos votantes de Boric en segunda vuelta al darse cuenta que los 120 mil votos que en conjunto obtuvieron Heraldo Muñoz, Paula Narváez y Carlos Maldonado, valen mucho más que los millones de chilenos que le dieron el voto y la confianza a Boric en la elección general?
Dos grandes incógnitas adicionales subyacen en este nuevo gabinete.
Primero, cuánto durará la lealtad y compromiso del Partido Comunista luego del rol secundario en el que queda el partido tras estos nombramientos. Si bien la Vocería y el Ministerio del Trabajo son reparticiones muy importantes, la Segegob parece más un logro individual de Camila Vallejo que un cupo para agradecerle a su partido; en Trabajo, Jeannette Jara asume el enorme desafío de imponer la agenda comunista frente al poder y los frenos que pondrá Mario Marcel en Hacienda. No se proyecta un resultado muy auspicioso para los comunistas.
Segundo, porque si bien Izkia Siches tiene un liderazgo político evidente –que fue determinante en la segunda vuelta y en la oposición al manejo de la pandemia por el gobierno actual– no tiene conocimiento ni experiencia alguna en materias de seguridad pública o combate al terrorismo. Su apertura de diálogo con la agrupación terrorista de la Coordinadora Arauco Malleco es una bofetada a las víctimas de la violencia en La Araucanía y la ambigüedad del nuevo gobierno frente a la condena a la violencia y la independencia de los tribunales de justicia son complejos en una materia que para las personas tiene una urgencia fundamental. Seguramente en Temucuicui, los narcos y terroristas están de fiesta.
Para los mercados y la élite política, el nuevo gabinete de Gabriel Boric es una buena noticia; para los electores de Boric y las víctimas de la violencia, el terrorismo y la delincuencia, una tremenda decepción. Con todo, por el bien de Chile, es de esperar que los ministros y ministras designados ejerzan su labor con compromiso y dedicación, jamás renunciando a colocar a Chile por sobre sus intereses personales o diferencias políticas.
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