Reforma de pensiones: lo que está en juego (en simple)

Tercera edad


Por Leonardo Hernández, académico Facultad de Economía y Administración UC y Clapes UC

En estos días avanza en el Congreso una reforma de pensiones que lleva años discutiéndose. El fin es reformar un sistema que está entregando pensiones muy bajas a los jubilados. Para comprender lo que se legisla, es importante conocer las causas de las pensiones bajas. Estas son varias, pero las más importantes son: (1) una baja tasa de cotización (10% del sueldo imponible); (2) una baja densidad de cotizaciones, esto es, pocos años con imposiciones como proporción de los años trabajados; y (3) alta esperanza de vida al alcanzar la edad de jubilación legal (20 años para los hombres y 30 para las mujeres).

Para dimensionar la importancia de estos elementos, haga el siguiente ejercicio mental: si usted ahorra el 10% de su sueldo por 40 años, al final de su vida laboral habrá juntado 48 sueldos en su cuenta de ahorros. Pero, con esos recursos debe financiar 240 meses de jubilaciones (360 si es mujer), algo que a todas luces parece imposible. Y esto es aún más grave si fue poco disciplinado y no aportó siempre durante los 40 años que estuvo activo laboralmente. Algunos agregan otras razones (bajas tasas de interés y altas comisiones de administración cobradas por las AFP), pero estas son de segundo orden o bien coyunturales (transitorias) y no “estructurales”.

Ahora bien, veamos si lo que se está proponiendo ayuda a resolver el problema de fondo. Primero analicemos los puntos sobre los que hay acuerdo, sus pros y contras.

(A) Aumentar la tasa de cotización del 10 al 16%. Esto ayuda a aumentar el ahorro, resolviendo el problema (1) anterior. El problema es que aún no se sabe cuánto va a ir a las cuentas de ahorro individual y cuánto al ahorro colectivo (reparto). Mientras más vaya al colectivo menor será el interés por cotizar: ¿para qué ahorrar hoy, si mi pensión se va a pagar con el aporte de otros, o mi aporte va a ir a pagar las pensiones de otros? Este incentivo se exacerba si consideramos que la cobertura del pilar solidario se extiende del 60 al 80% de los grupos de menores ingresos (serán más los que recibirán pensiones pagadas por otros), materia sobre la que también hay consenso. Además, como el aporte adicional es de cargo del empleador, si aumenta el ahorro colectivo, el 6% se va a interpretar como un impuesto al trabajo, lo que encarece la contratación y desincentiva el empleo formal.

(B) Administración de los nuevos aportes por un ente distinto de las AFP. Este cambio va a duplicar el costo de administración de los fondos; se va a terminar pagando dos comisiones, una a las AFP (por la administración del 10%) y otra al nuevo ente (por la administración del 6% adicional). La industria de las AFP puede tener problemas que se deben corregir –el más grave es la falta de competencia–, pero han hecho un buen trabajo administrando los fondos (pregúntese si hubiera habido retiros del 10% si los fondos los hubiera administrado el Estado bajo un sistema de reparto).

Entre los temas en que no hay consenso o simplemente no se discuten, los más importantes son (a) cómo incentivar (y fiscalizar) para que la gente aumente su densidad de cotizaciones y (b) subir la edad de jubilación. Ambos son impopulares, especialmente en tiempo de elecciones, y afectan particularmente a las mujeres, pero deben enfrentarse con seriedad y una mirada de largo plazo, sin fines populistas mirando la próxima elección.