Reivindicando lo económico
La misma semana que el Banco Central publicó sus proyecciones sobre la caída del PIB para este año, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia hizo lo propio con los resultados de una masiva encuesta con representación nacional y regional, que cuantifica el alcance de los daños que han sufrido los hogares del país desde la llegada del coronavirus.
De acuerdo a ésta, un 59% de los hogares manifiesta haber experimentado una caída en sus ingresos y un 38% declara una reducción en el número de personas que trabajan y que contribuyen de esa forma al presupuesto familiar. En contraposición, 42% señala haber sido beneficiado por alguna de las ayudas económicas entregadas por el Estado que, sumadas a otras fuentes alternativas de recursos, como el uso de ahorros, préstamos, el retiro de una parte de los fondos previsionales o las prestaciones del fondo de cesantía, han contribuido a morigerar la reducción en el consumo. Con todo, a la fecha se triplicó el porcentaje de hogares que declaran que sus ingresos no alcanzan para cubrir sus gastos, con el impacto en salud mental que ello implica. En esa línea, se encuentra una mayor incidencia de síntomas de ansiedad y depresión en hogares que manifiestan haber sufrido una caída en sus ingresos, lo que denota una relación entre el factor emocional y el económico.
Adicionalmente, se observa que estas problemáticas han afectado con mayor frecuencia a hogares liderados por mujeres y en los que viven adultos mayores, lo que da cuenta de grupos más vulnerables, con fuentes de ingresos más precarias –un mayor grado de informalidad- y que seguramente cumplen un rol más preponderante en el cuidado familiar. Prueba de ello son las cifras del INE analizadas por Comunidad Mujer, que indican que 88% de las mujeres que perdieron el empleo no han vuelto a buscar trabajo, situación que posiblemente se vea influida en parte por el cierre de las escuelas.
De esta forma, es posible advertir los graves efectos que la pandemia y la paralización de actividades han tenido en el bienestar de las personas. Esto debiera llevarnos a reivindicar “lo económico”, ese concepto abstracto y menospreciado por algunos, pero que hoy más que nunca quedó en evidencia, pues tiene una relación directa y concreta sobre el bienestar familiar y sobre la autonomía de determinados grupos. Si bien esta relación queda en evidencia a partir de la experiencia de progreso del país logrado en las últimas décadas, ésta había tendido a subestimarse en el debate público. Y, ya sea por la negación de unos o por la irreflexión de otros, en los años recientes el crecimiento económico pasó a darse por descontado y se dejaron de impulsar políticas públicas que lo favorecieran. Pero la llegada de la pandemia llevó a poner en duda todo aquello que dábamos por sentado y nos ha hecho recordar con crudeza la importancia que tendrá la recuperación de la economía en las posibilidades de sobreponernos a la crisis. Iniciativas que fomenten la inversión, el empleo y el emprendimiento serán elementos de primer orden que no debieran quedar fuera de la agenda que viene.
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