Responsabilidad del sector financiero
Por Álvaro Pezoa, ingeniero comercial y Doctor en Filosofía
La pandemia del coronavirus apela fuertemente a la responsabilidad del sector financiero. En efecto, la profunda crisis económica que ella está generando golpea directamente a las actividades productiva y comercial, no a la financiera. Es más, esta última se encontraba en buen pie al momento de comenzar su propagación. Por esta razón, resulta posible esperar que el negocio financiero juegue un papel crucial durante el período de derrumbe económico e inmediatamente después, cuando se inicie la recuperación. Que efectivamente lo pueda hacer dependerá, sin duda, de las decisiones de política que adopte el gobierno -Hacienda- y el Banco Central. Sin desmedro de ello, descansará también en las acciones que efectúen las propias instituciones que componen el rubro, en particular la banca.
El ramo ha convivido con la sospecha social de desarrollar un negocio altamente rentable a costa de cobros excesivos a las personas y las empresas que requieren endeudarse para cubrir sus necesidades o realizar sus proyectos. Asimismo, se encuentra difundida la idea de que los bancos aprecian a sus clientes mientras les permiten lucrar y los “dejan caer” tan pronto estos empiezan a mostrar dificultades para satisfacer sus obligaciones. Este tipo de debilidades reputacionales hacen pensar en una significativa oportunidad de reivindicación para el sector. El presente es un tiempo especialmente propicio para que la banca se haga cargo de toda la responsabilidad socio-moral que le corresponde a su tarea. Se trata de un quehacer de intermediación fundamental para el desarrollo y el crecimiento económico. Permite unir o conectar pasado con futuro, la actitud más conservadora con la más arriesgada, a quienes desean ahorrar con quienes buscan sacar adelante nuevas iniciativas, a quienes requieren recursos ahora con aquellos que esperan disponer de ellos más adelante. En fin, cumple una función mediadora entre esfuerzo vital cristalizado: el ahorro fruto del trabajo ya realizado, y empeños de vida por ser desplegada: el endeudamiento (recurrencia al ahorro de otros) para sustentar los propósitos y el trabajo por venir.
Los directivos de la industria financiera harán bien en asumir la enorme responsabilidad que pesa sobre sus hombros, haciendo que las instituciones que conducen cumplan con especial esmero el rol que les cabe en la difícil contingencia que afronta el país. ¿Qué pueden hacer? Traspasar rápidamente las líneas de crédito que ha dispuesto la autoridad para ayudar a las empresas sin recargos innecesarios, asumir mayor riesgo que el habitual y apoyar a tanta organización que, ejerciendo actividades rentables, actualmente se encuentran ahogadas por falta de liquidez, echar mano a la creatividad para dar origen a productos y servicios apropiados a las imperiosas urgencias de sus clientes, sacrificando márgenes de rentabilidad, y más. La comunidad valorará un espíritu y unas conductas que hayan apuntado claramente al bien común, la solidaridad y la ética en esta hora crítica.