Restricciones a la gobernabilidad

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Por Marco Moreno, director Escuela de Gobierno y Comunicaciones UCEN

Varios son los desafíos que deberá enfrentar quien asuma la primera magistratura de la nación el próximo 11 de marzo de 2022. Más allá del resultado, lo que parece estarse confirmando es que cada vez es más fácil ganar elecciones, pero más difícil gobernar. Moisés Naim sostiene que “hoy el poder es más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”. Así, y de cara al balotaje, la verdadera pregunta no es acerca de quién puede ganar la elección, sino de quién podrá gobernar. Aquí es donde se nos aparece la convidada de piedra de esta elección: la (in)gobernabilidad.

Gobernar se ha tornado un proceso arduo no solo por la complejidad de los problemas, sino también por la conflictividad derivada de los actores de intereses lo que genera un contexto muy distinto del de hace algunas décadas. El actual escenario signado por la incertidumbre e inestabilidad -“líquido” en el lenguaje en boga- ayuda poco a predecir cómo será el proceso de gobernar para quien triunfe el 19-D. Lo que sí podemos prospectar es que existirán importantes restricciones para la gobernabilidad. De este modo, quien resulte triunfador enfrentará un escenario muy incierto que afectará las condiciones actuales de gobernabilidad.

Varias serán las restricciones para la gobernabilidad. Por de pronto, la situación económica y social resultado de la pospandemia, impondrá muchas limitaciones al futuro gobierno. Por cierto, mucho más si es que ésta no hubiera existido. Resolver problemas públicos en un contexto de restricciones económicas hará más breve la “luna de miel” del nuevo gobierno y generará un aumento de la conflictividad social, infladas por las promesas y expectativas del largo ciclo electoral.

A lo anterior, se agrega un escenario político marcado por la incertidumbre de las reglas del juego y de cambios en la correlación de fuerzas en el Congreso. La Convención Constitucional concluirá su trabajo el 3 de julio del próximo año. El escenario probable para el plebiscito de salida será el mes de septiembre. De aprobarse éste, la entrada en vigencia de la nueva Constitución será en el último trimestre del año, extendiendo por todo el 2022 la falta de reglas. Por otra parte, la composición del Congreso electo no reproduce en forma simétrica la actual lógica oficialismo/oposición, generando incentivos para el equilibrio y obligando al próximo Poder Ejecutivo a intensificar la búsqueda de acuerdos para gobernar.

Al escenario económico/social complejo, la incertidumbre de reglas se suma la permanencia en algunos sectores de la lógica de la impugnación, de un clima destituyente con la elite del poder y de una creciente polarización afectiva.

La evidencia de que disponemos muestra que la volatilidad de los gobiernos, la rápida erosión de sus bases de apoyo y la dificultad para dirigir procesos complejos, tiene su origen en un hecho fácilmente comprobable: sabemos mucho más de cómo conseguir el poder que acerca de qué hacer con él. Aquí radicará la gran dificultad para el gobierno que se imponga en la disputa presidencial.

La clave para la decisión que tomen los ciudadanos estará dada por la pregunta acerca de quién de los dos candidatos en disputa dispone de mejores capacidades para procesar problemas complejos -que requieren soluciones complejas y no simples- respondiéndolos de manera legítima y eficaz en un escenario de alta incertidumbre.

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