Retiro del 10% de las AFP, ¿por qué no?
EN LAS ÚLTIMAS semanas se ha estado discutiendo la posibilidad de que los cotizantes de las AFP puedan retirar el 10% de sus ahorros, luego de que se presentara un proyecto de ley. Si bien esto lo hemos visto en otras economías en tiempos normales, y pareciera ser aún más urgente en crisis, es “pan para hoy y hambre para mañana”. El proyecto, de todas formas, establece mecanismos para que este retiro sea reintegrado en el futuro, pero me imagino que todos compartimos algún escepticismo en relación a este punto. Las razones para argumentar que NO debiéramos tocar esos ahorros son varias.
Uno de los argumentos que esgrimen quienes promueven el retiro de los fondos, es que son de nuestra propiedad, y que podemos hacer con ellos lo que queramos. Pues se me ocurren muchos ejemplos en que se limita la libertad individual a fin de poder salvaguardar nuestra integridad. Así, la Ley de Fármacos regula el mercado farmacéutico, y nos obliga a comprar ciertos medicamentos con prescripción. O el mismo hecho que estemos todos confinados en nuestros hogares leyendo esta columna, sin tener la libertad de salir.
Es importante respetar nuestra Constitución, sin excepciones. Según el Decreto Ley N° 3.500, el único fin que tienen los ahorros previsionales es financiar pensiones. En algunos casos, la discusión se ha tornado más flexible cuando se trata de casos de enfermedad terminal. Sin embargo, todo el resto de los casos “excepcionales”, lo único que hacen es menoscabar aún más nuestras futuras pensiones, y abrir la puerta para retiros adicionales. Y la crisis del Covid-19 cae dentro de esta categoría de “excepciones”. ¿Qué pasa si la crisis subsiste? ¿o si volvemos a tener otra crisis social? Al igual que en Perú, estaríamos desvistiendo a un santo para vestir a otro.
Solo para aclarar, las AFP no pierden nada si retiramos el 10%, porque no nos cobran comisiones por el monto administrado. Esto es importante entenderlo. Los perdedores seremos solo nosotros.
Lo más relevante es que gran parte de la población a la cual se necesita asistir, principalmente los trabajadores informales en los deciles más bajos, probablemente no han cotizado nunca, por lo que no habrá fondos de los cuales retirar nada. Por otra parte, los que promueven este proyecto, señalan que esto ayudaría a la clase media, que no está calificando dentro de la ayuda del Estado. Con el más reciente Acuerdo Nacional, esto último ya no es válido.
Pero, aun así, si hacemos los números, ¿qué implicaría el retiro de 10% de los ahorros? Para una persona joven, la ventaja es que tendría muchos años por delante para ahorrar, diluyéndose la “laguna” equivalente que le dejaría el retiro, pero la desventaja es que el monto a retirar sería muy bajo. Por otra parte, una persona mayor, más cerca de su edad de jubilación, podría retirar hasta 10 veces el monto del cotizante joven, pero no tendría margen para reponer estos ahorros, perdiendo 2 o 3 años de jubilación o afectando su tasa de reemplazo.
La discusión de los fondos de pensiones debe ir por otro carril. Debemos pensar en elevar la tasa de cotización, la formalidad laboral, la productividad y los salarios, y modificar la edad de jubilación. Está claro que hoy “el horno no está para bollos” como para pensar en elevar pensiones, pero convengamos que, ¡aún menos para reducirlas!
Si bien la intención es noble, se está trabajando en extender múltiples otras medidas paliativas, como el Ingreso Familiar de Emergencia, la Ley de Protección del Empleo, y todas las ayudas a las empresas. El esfuerzo hay que ponerlo ahora en asegurarnos que estos fondos lleguen a quienes tengan que llegar.