¿Retorno al voto obligatorio?
Por María Jaraquemada, oficial de Programa en Chile y países del Cono Sur, IDEA Internacional
Desde el retorno a la democracia hasta las últimas elecciones, la participación electoral ha ido constantemente decayendo, con algunas excepciones, como el plebiscito de octubre pasado. Las cifras de la elección de segunda vuelta de gobernadores fueron realmente preocupantes, con un promedio de un 19% (25% en la región con mayor participación, la Metropolitana, probablemente por lo competitiva que se percibía). Esto, a pesar de que la descentralización se ha posicionado como una demanda ciudadana y a lo contradictorio que pareciera con la intención de mayor participación ciudadana en otros aspectos, como en el mismo proceso constituyente.
¿Cuáles son las razones de esta alta abstención? Es difícil saber con certeza, aunque se pueden intuir una serie de posibilidades de estudios y encuestas como las realizadas por el PNUD y el CEP: desafección con la política partidista, desconfianza en las principales instituciones políticas, percepción de alta desigualdad socioeconómica que redunda en una de influencia, poca renovación en la política, insatisfacción con el funcionamiento de nuestra democracia.
A raíz de lo anterior ha vuelto con mayor fuerza la propuesta de volver al voto obligatorio y ha avanzado ya a su segundo trámite un proyecto de reforma constitucional en este sentido. Se trata de una conversación y discusión esencial de tener y que probablemente también sostendrá la Convención Constitucional cuando delibere sobre el diseño institucional de nuestro sistema democrático.
Para efectivamente lograr el objetivo deseado, una mayor participación electoral y legitimidad de las instituciones políticas, así como mayor valorización de cómo funciona la democracia en Chile, es necesario implementar políticas públicas complementarias y estudiar bien qué funcionaría mejor: sanciones -y de qué tipo- o bien, incentivos. En ocasiones sanciones más draconianas pueden generar un efecto adverso y las más simbólicas ser suficientes o, por el contrario, no generar cambios en las conductas. Pero, además, esto debe ir de la mano de potentes campañas informativas y educacionales tanto del gobierno como del Servel junto a organizaciones internacionales y sociedad civil. Por otra parte, los mensajes e incentivos pueden diferir para distintos grupos como jóvenes, mujeres, grupos socioeconómicos más bajos, etc. A lo anterior debemos sumar una modernización del sistema electoral. Chile goza de uno fiable, transparente y eficiente, sin embargo, esto no debe impedir realizar perfeccionamientos, como fomentar que se pueda votar más cerca del domicilio y explorar mecanismos de votación anticipada.
Finalmente, para contar con una reforma exitosa es clave que se realice en amplias consultas con grupos políticos y sociales y a través de un proceso de toma de decisiones informada, que se base en el conocimiento de las opciones comparativas que se ponderan y los pros y los contras para el contexto chileno.
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