Revista Claridad. La rebeldía estudiantil en la FECH
Alejandro San Francisco es Académico de la Universidad San Sebastián y P. Universidad Católica de Chile; Director de Formación del Instituto Res Publica
En octubre de 1920, hace exactamente un siglo nació la revista Claridad. Se trata, sin duda, de una de las publicaciones más emblemáticas del siglo XX, surgida al alero de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) y muy representativa de la rebeldía juvenil en el primer cuarto del siglo XX.
En el primer número de Claridad, aparecido el 12 de octubre, el editorial titulado precisamente “Claridad” explicitaba algunas de las ideas centrales de la publicación, cuyas ediciones constaban de ocho páginas: “Entre el caos y la negra noche que una oligarquía inepta creó, comienza también a alzarse en nuestra tierra, como tenue Claridad, la voz potente del proletariado que pide más Justicia, más Solidaridad, más Igualdad. Hasta hoy, excepción hecha de los estudiantes, los intelectuales han parecido ignorar el gran movimiento redentor”. Con declaraciones mesiánicas, el medio anunciaba que pretendía aunar la voz de los intelectuales y de los obreros: los primeros darían la semilla, los segundos la sembrarían y cultivarían, todos la cosecharían.
La primera edición también rindió homenaje a José Domingo Gómez Rojas, joven y malogrado poeta, que había caído preso el 24 de julio de 1920 por “subversivo”, en circunstancias que los jóvenes denunciaban el militarismo y la sede de la FECH recibía un inusual ataque. De manera trágica, Gómez Rojas pasó sus últimos días en la cárcel y en el manicomio, hacia donde se trasladó enfermo. Falleció el 29 de septiembre, y Claridad señala que lo despidieron más de 50 mil personas y numerosos oradores, que convirtieron al malogrado poeta en un verdadero símbolo. A este drama humano se sumaba el mencionado asalto a la sede de la propia FECH, que la revista denunció en la primera página:
"Hemos sido insultados y escarnecidos, hemos sido atropellados y vejados, hemos sido violentados y aherrojados.
La calumnia ha manchado nuestro nombre...
Turbas sedientas de botín desmantelaron nuestra casa...
Ante la violencia erigida en ley, hubimos de silenciar nuestras bocas, pero en el secreto de nuestros corazones alimentábamos ímpetus de rebeldía.
Solo hoy, al declinar de las cárdenas, en la víspera del derrumbe total de este régimen maldito, lanzamos al mundo nuestra protesta angustiosa y rebelde".
La Federación de Estudiantes había nacido en 1907, como símbolo de la vitalidad de la juventud, que contrastaba con el ritmo cansino del parlamentarismo que denunciaban. La organización estudiantil adquirió rápidamente un tinte reformista y contestatario, antimilitarista y pacifista, con ideales políticos que iban desde un anarquismo dominante hasta un incipiente marxismo. La revista Claridad pasó a ser una expresión de las ideas de esa juventud, bajo un ilustrativo subtítulo: Periódico semanal de Sociología, Arte y Actualidades. Podríamos agregar de política y cultura, entre otros temas de interés.
En 1981 Mario Góngora rescató del olvido a los jóvenes de la FECH y a la revista, en unas apasionantes páginas de su Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago, Ediciones La Ciudad, después publicado por Editorial Universitaria). El historiador señala que Claridad es “el mejor testimonio del espíritu de una generación juvenil que dejó por largo tiempo un sello inconfundible de rebeldía”. Luis Bocaz, por su parte, destaca que en la publicación confluían un momento histórico especial, con gran agitación estudiantil, la presencia del estudiante como categoría socio-profesional y la acción de ciertas variables externas (en “La revista Claridad: acerca de su significación en la historia de Chile”, América. Cahiers du CRICCAL, 1990). En cualquier caso, es mucho más que una publicación, y pasa a ser una representación generacional que comienza a esbozar un programa político, caracterizado más por la crítica que por las propuestas concretas.
En la edición número 11 de la revista, del 10 de enero de 1921, incluye un artículo particularmente claro de este sentido de contestación, choque generacional y quiebre político. Titulado “El régimen parlamentario”, en realidad el texto es un ataque frontal a la forma de hacer política, a los partidos y al sistema mismo que regía en Chile hacia 1921:
"El Parlamento chileno es un fracaso, porque en él están refugiados los elementos más negativos de la sociedad. Y no se crea que aludimos a los contrabandistas, especuladores y ladrones que encierra, ya que –es preciso confesarlo– constituyen la excepción. Nos referimos a los gestores administrativos y a los agricultores semi-analfabetos, a los arribistas de la ‘clase media’ y a los viñateros inmorales, a los aristócratas ignorantes y a los no menos incultos representantes de las clases populares.
Debidamente representados en el Parlamento de Chile está sin duda alguna el 50 o 60 por ciento de analfabetos de la población. Pero no ocurre lo mismo con los inmorales [que] tienen una representación superior a la que honradamente les corresponde".
Muchos jóvenes talentos se vincularon a Claridad, entre ellos un aspirante a poeta que sería famoso mundialmente: Pablo Neruda. Primero fue corresponsal de la publicación en Temuco y luego, cuando se trasladó a la capital, se integró a la revista dando a la luz algunos de sus poemas y concurriendo con su firma en declaraciones políticas. El propio poeta recordaba aquellos años juveniles: “Al local de la Federación de Estudiantes entraban y salían las más famosas figuras de la rebelión estudiantil, ideológicamente vinculadas al poderoso movimiento anarquista de la época. Alfredo Demaría, Daniel Schweitzer, Santiago Labarca, Juan Gandulfo eran los dirigentes de más historia. Juan Gandulfo era sin duda el más formidable de todos ellos, temido por su atrevida concepción política y por su valentía a toda prueba” (en Confieso que he vivido. Memorias, Santiago, Seix Barral, 2017). Un notable poema de Neruda, “Un hombre anda bajo la luna”, es publicado en el N° 49 de la revista, en abril de 1922, si bien no en su versión definitiva; antes había aparecido “La canción de la fiesta” (N° 38, 15 de octubre de 1921). En octubre de 1924 aparece la firma de Neruda refiriéndose al golpe militar de septiembre, junto a las de Eugenio González, Juan Gandulfo, Sergio Atria, Tomás Lago, Carlos Caro, Manuel Rojas y Julio E. Valiente (Claridad, N° 126).
Precisamente este último tema fue uno de los problemas contingentes que abordó la publicación, así como se refirió a fines de 1920 al término del gobierno de Juan Luis Sanfuentes y manifestó su visión sobre el significado del nuevo gobernante, Arturo Alessandri Palma. A Sanfuentes lo despidieron con mordacidad e ironía a fines de diciembre, mientras mantuvieron esperanzas –las de Chile en realidad– en la figura del León de Tarapacá. El idilio no duraría mucho, y terminaría por quebrarse, producto de la represión de los obreros del salitre en San Gregorio, en febrero de 1921. Volverían a pronunciarse a raíz de los golpes militares y la crisis institucional que culminó con Alessandri fuera del poder en 1924, pero de regreso al año siguiente, tema que ha sido tratado por Santiago Aránguiz en su artículo “Estudiantes y Fuerzas Armadas. Los alumnos de la Universidad de Chile y los movimientos militares de septiembre de 1924 y enero de 1925. La visión de revista Claridad” (revista Mapocho, N° 60, segundo semestre de 2006).
En diversos artículos y declaraciones se puede percibir una visión pesimista sobre el tiempo histórico que vive Chile, como ilustra una selección de reflexiones: “Adicionar a esta situación de suyo desesperante, la general incultura de las masas trabajadoras” (N° 14, 30 de abril de 1921); “la imparcialidad de la justicia burguesa es una ficción: no puede haber igualdad ante la ley mientras no haya igualdad económica” (N° 20, 11 de junio de 1921); “Por todas partes esclavos sudorosos... Por todas partes vagos, mendigos, lisiados, montones de harapos... Por todas partes oscuras pocilgas, indignos establos, lodo, mugre y pudrición” (N° 71, 30 de septiembre de 1922); “mueren cientos a diario; nacen miles degenerados... ¡Dejad que agonicen, que coman el polvo de la calle, que mueran, que se pudran!” (N° 110, octubre de 1923, que anuncia que hasta septiembre de este año “han muerto 5.000 niños más que el año pasado”).
Paralelamente, emergía un cierto mesianismo, la vocación por el cambio y el anuncio de la transformación del orden social, en la cual los jóvenes debían desempeñar un papel fundamental: “Hacia eso vamos: a chocar la violencia con la violencia. A morir o saltar la zanja. ¡A hacer la revolución social!” (N° 31, 27 de agosto de 1921); “La revolución tiene un enemigo implacable: la sociedad vieja; como el cirujano tiene el suyo: la gangrena” (N° 49, 29 de abril de 1922); “Hay que remozar la tierra esclava y burguesa con cantos y hechos subversivos y anárquicos muchachos” (N° 95, 7 de julio de 1923). Un deseo de cambio nacido del idealismo y del amor, de la rebeldía y del odio.
Algunos de los autores que publicaron en Claridad tendrían después una destacada trayectoria en diferentes ámbitos, además del mencionado Neruda. Entre ellos estuvo Eugenio González, futuro socialista y rector de la Universidad de Chile, quien a su vez tendría que enfrentar nuevos aires contestatarios y de reforma universitaria en la década de 1960. En esos años volvía a ver circular por las aulas y patios de la casa de estudios una revista estudiantil, llamada nuevamente Claridad. Como se puede ver, se mantenía el mismo nombre, pero en una nueva época y contexto.
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