Columna de Ricardo Abuauad: Cultura, motor de ciudad
El anuncio de un “pase cultural” en la cuenta pública y el exitoso Día de los Patrimonios deberían llevarnos a una reflexión más amplia: ¿qué rol le cabe a la cultura en el desarrollo de nuestras ciudades? Horizontal lanza hoy “Cultura democrática, propuestas culturales para el Chile de hoy”, de los editores Leonardo Ordoñez y Javiera Parada, donde (disclaimer) fui invitado a tratar el tema (https://horizontalchile.cl/publicacion/cultura-democratica-propuestas-culturales-para-el-chile-de-hoy/).
La cultura da forma a la ciudad, y, a su vez, una forma urbana determina una cultura. Pero no es solo una cuestión teórica: la OCDE señala que “los sectores e industrias creativas y culturales son una fuente significativa de trabajo e ingresos”. Para el 2018, entre los países que la componen, las actividades culturales representaban el 7% de las empresas, y va en aumento. En 2004, la Unesco creó la “Creative Cities Network” para urbes que “han identificado la creatividad como un factor estratégico para el desarrollo sustentable”.
Hay ejemplos cercanos. Medellín lleva un par de años siendo la segunda en la búsqueda de urbes en YouTube, solo superada por Nueva York. Si fuera un país, sería el quinto en los éxitos de todos los tiempos de Spotify. Es la ciudad con más nómades digitales per cápita de Latinoamérica que la eligen como destino. Parte importante de este éxito tiene que ver con la “Estrategia Emergente de Antioquia”, que decidió posicionarla como ciudad creativa. Buenos Aires (más específicamente CABA, la ciudad autónoma), parece incombustible: no hay crisis capaz de apagar sus brillos culturales. Con una escena teatral digna del primer mundo, un cine reconocido internacionalmente, una industria de música urbana vibrante, el 99,6% de los porteños consume cultura y, en promedio, ninguno de ellos tiene que caminar más de seis cuadras para acceder a ella. En Lima, la larga y potente tradición gastronómica, resultado de su historia y fusión de culturas, permitió un enorme crecimiento de esta industria, contribuyendo significativamente al ingreso nacional, al posicionamiento y la identidad. Esto no es casualidad, sino una estrategia coordinada pública/privada, e incluye “Cocina de Ideas”, una incubadora y aceleradora de innovaciones en el sector.
Naturalmente, el sector cultural/creativo es frágil. Ya sea que se trate de bibliotecas, centros culturales, compañías de cine o teatro, moda, festivales, museos, arquitectos, diseñadores o artistas, normalmente está basado en microfirmas y freelancers, que requieren comprender muy bien el funcionamiento de esta particular economía. El sector fue fuertemente afectado por la crisis económica y la pandemia; debe vencer prejuicios, y requiere de apoyo en los cambios tecnológicos y en la difusión para subsistir.
Pero vale el esfuerzo. La cultura tiene un enorme potencial en el desarrollo de las ciudades, es fuente de crecimiento, promueve la inclusión, y es un campo en el que aún hay mucho por explorar en Chile. Aquí hay una deuda pendiente.
Por Ricardo Abuauad, decano Campus Creativo UNAB y profesor UC