Salud global: desafíos y aprendizajes de una pandemia
Esta columna fue escrita en conjunto con Giorgio Solimano, Lorena Rodríguez , Alex Alarcón, Jorge Ramírez.
A propósito de la pandemia provocada por el virus conocido como Covid-19, Emmanuel Macron planteaba lo siguiente: “Lo que ha revelado esta pandemia es que la salud gratuita, nuestro estado de bienestar, no son costos o cargas, sino bienes preciosos (…) y que este tipo de bienes y servicios tienen que estar fuera de las leyes del mercado”.
Enfrentados a uno de los momentos históricos más relevantes de la globalización, este fenómeno nos interpela a pensar en cuáles son las políticas públicas que los estados a nivel nacional e internacional deben implementar, al estar viviendo la sexta emergencia en salud publica declarada por la OMS a partir del año 2005, en el contexto de la aprobación de las regulaciones internacionales.
Hoy más que nunca, la salud global entendida como la colaboración trasnacional en la investigación y promoción de la salud, está puesta en tensión debido al desacuerdo de enfoques de salud pública. Por un lado, están los que llaman a la cuarentena total, que requiere un plan de provisión de servicios complejo y muy bien coordinado; y por el otro, los que prefieren la detección masiva con aislamiento estricto de positivos y sus contactos, lo que requiere de recursos de laboratorio, tecnológicos y de infraestructura importantes.
Uno de los aspectos más importante que ha develado esta emergencia sanitaria respecto a los organismos internacionales, es que no tienen facultades especiales y tampoco un financiamiento autónomo suficiente para enfrentar con liderazgo, pro-actividad y capacidad las consecuencias devastadoras de este virus a nivel global. Esto, sumado a la declaración del Global Health Security Index realizada el año 2019, de que la seguridad sanitaria de los países es “fundamentalmente débil”, hace que la necesidad de reformar el marco regulatorio internacional de salud sea urgente.
Un primer desafío que impone este fenómeno dice relación con que la OMS debe ejercer su liderazgo en plenitud fomentando los equipos transdisciplinarios que diseñen una estrategia global. Un segundo desafío, es que la OMS debe velar por que los gobiernos sean transparentes y fidedignos con la información, lo cual se transforma en un elemento crítico para obtener la confianza de la ciudadanía. Por último, este organismo debe fomentar las pruebas y tratamientos e incentivar la colaboración público-privada para desarrollar las vacunas y medicamentos que nos permitan frenar esta pandemia.
Para finalizar, la evidencia muestra que potencialmente existe una relación entre la mortalidad asociada al Covid-19 y la disponibilidad de recursos en salud pública. En razón de lo anterior, debemos hacer un llamado urgente a los países a invertir en salud pública de manera audaz, sistemática y obedeciendo a una planificación de largo plazo. A nivel global, la vigilancia epidemiológica, la cooperación y la comunicación son fundamentales a la hora de prevenir las consecuencias catastróficas que estamos viviendo como planeta.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.