Salud mental de los niños, la otra secuela de la pandemia
El extenso cierre de los colegios y la consecuente falta de interacción social afectó gravemente las habilidades socioemocionales de los niños, y requiere una respuesta urgente que involucre a todos quienes participan en el proceso formativo de los menores.
La pandemia de Covid-19 ha tenido un impacto significativo en todos los aspectos de nuestras vidas, desde la salud hasta la economía global. Sin embargo, uno de los grupos que ha sido particularmente afectado son los niños y adolescentes, quienes durante el último par de años se vieron obligados a adaptarse a una nueva forma de interactuar, aprender y relacionarse con el mundo exterior. Estos cambios han tenido un impacto significativo en su salud mental, y tendrán consecuencias duraderas sobre su desarrollo futuro.
Los niños y adolescentes se encuentran en una etapa de desarrollo crítica para su formación socioemocional. En este sentido, el extenso cierre de las escuelas, que en Chile se extendió por 259 días lectivos -el récord entre los países de la OCDE- y la consecuente falta de interacción social han sido altamente perjudiciales para ellos, considerando que esta última es fundamental para el desarrollo de sus habilidades sociales, emocionales y cognitivas. La falta de contacto social tiene un impacto negativo en el desarrollo de estas habilidades y puede aumentar los síntomas de ansiedad, depresión, estrés y otros trastornos mentales, como así lo ha demostrado la evidencia internacional.
En Chile, los efectos de la pandemia en la salud mental de los niños y adolescentes son particularmente preocupantes. Antes de la pandemia, la salud mental en Chile ya era motivo de preocupación, con tasas de trastornos mentales y uso de sustancias que superaban a las de otros países de la región. Una situación que la pandemia solo vino a exacerbar, según lo indicado por distintas fuentes, sobre todo considerando que Chile fue el país OCDE que mantuvo sus aulas cerradas durante más tiempo y que 50 mil estudiantes abandonaron el sistema en 2022.
Un estudio reciente publicado en la Revista Chilena de Neurología y Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia, realizado en tres comunas vulnerables de la Región Metropolitana, encontró que uno de cada cinco niños pasó de no tener ningún síntoma de trastorno a tener por lo menos uno durante la pandemia. Los síntomas más comunes incluyen tristeza, desinterés, desobediencia y cambios en el apetito. Al ser consultados, casi uno de cada tres menores de entre 4 y 11 años aseguró no tener ganas “incluso para hacer actividades que le gustan” y un 24,6% respondió “estar triste”. Estos resultados son preocupantes y sugieren que se necesitan más esfuerzos para abordar la salud mental de los niños y adolescentes en Chile.
Los efectos de la pandemia en la salud mental de los niños y adolescentes también se han manifestado en su desempeño escolar y en la convivencia al interior de los establecimientos. Los problemas de desmotivación, salud mental y convivencia en el interior de los establecimientos educativos han sido señalados en la Encuesta Nacional de Monitoreo de Establecimientos de Educación en Pandemia como los desafíos más frecuentes del año pasado. Un 59% de los colegios consideró que el bienestar mental de sus estudiantes empeoró con respecto a 2019 y la cifra se eleva a 70% cuando la consulta se concentra en los estudiantes de educación media.
Por su parte, la Superintendencia de Educación informó un aumento significativo en las denuncias por discriminación y maltrato en el contexto escolar. En el segundo y tercer trimestre de 2022, por ejemplo, las denuncias por discriminación aumentaron un 57% y un 108% con respecto a los mismos periodos de 2018 y 2019. En tanto, las denuncias por situaciones de connotación sexual se incrementaron en ese mismo periodo de 2022 un 85% con respecto a los mismos meses de 2019. Estos datos sugieren que la pandemia ha tenido un impacto significativo en el bienestar emocional y el comportamiento de los niños y adolescentes en las escuelas.
Es fundamental, por ello, que se tomen medidas para abordar estos problemas de salud mental en niños y adolescentes, y evitar que acarren hacia a la adultez las consecuencias sobre su bienestar, relaciones interpersonales y trayectoria profesional. Varios países han impulsado programas en ese sentido. En Estados Unidos se llevó a cabo el plan Out of the School Time, en la que organizaciones externas a la escuela ofrecen distintas actividades para potenciar la sociabilidad y el ánimo de los niños, mientras que en Reino Unido el programa Catch-up Premium combinó actividades extracurriculares con apoyo socioemocional para los niños y adolescentes.
Si bien en Chile tanto el gobierno como la sociedad civil han iniciado una serie de esfuerzos en esta dirección, como el programa Saludable-mente, es necesario entenderlos solo como un primer paso hacia una política de largo plazo en la que confluyan tanto las entidades educativas como los propios padres. La gravedad de la situación exige un trabajo sostenido y de largo plazo donde participen todos quienes juegan un rol en la formación de los niños y adolescentes. No hacerlo puede traer consecuencias para el futuro de toda una generación.
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