Salud y nuevo gobierno: ¿Más urgencias o menos enfermos?

SAN JAVIER:Imagenes del CESFAM de San Javier


Por Osvaldo Artaza, decano de la Facultad de Salud y Ciencias Sociales, Universidad de Las Américas

El Banco Mundial publicó un oportuno documento que debe llamar a la reflexión a quienes gobiernen a nuestro país: “Piezas para el desarrollo: notas de política para Chile” (World Bank WDC, 2021) https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/36466.

En salud, plantea la desigualdad en el financiamiento, que es casi el doble para quienes están en isapre en relación a los beneficiarios de Fonasa; en el acceso oportuno a servicios de atención de calidad y, en las inequitativas diferencias en las enfermedades con fuertes determinantes sociales y factores de riesgo evitables, que por su naturaleza requieren de un abordaje intersectorial.

Por ello propone cinco medidas: fortalecer la universalidad (mancomunar el financiamiento en un fondo único) y reducir la fragmentación del sistema; aumentar y mejorar la calidad del gasto público en salud, para así reducir el gasto del bolsillo de las personas y familias; ajustar el modelo de atención y organización de los servicios de salud, a objeto de que la atención primaria (APS) pueda prevenir daño y evitar hospitalizaciones; modernizar la autoridad sanitaria, para un mejor ejercicio de la rectoría sobre todo el sistema sanitario; y expandir las políticas intersectoriales para enfrentar los principales factores de riesgo de la población. Esta última propuesta cobra particular importancia, ya que Chile ocupa el primer lugar dentro de los países de la OCDE en sobrepeso/obesidad en la población mayor de 15 años, siendo una prioridad para la salud pública y el desarrollo del país, que podría resolverse con acciones intersectoriales efectivas que posibilitaran el acceso a una alimentación y a estilos de vida saludables, especialmente para las familias de más bajos ingresos.

El consumo de tabaco y alcohol (Chile es el segundo país con mayor consumo de alcohol en Latinoamérica), siguen siendo muy altos, generando impacto en salud y costos económicos, que podrían evitarse mediante políticas de reducción de consumo que privilegien la salud y no los intereses de la industria. Chile, líder en Latinoamérica, resolvió hace varias décadas las principales causas de morbimortalidad de la infancia con medidas tales como vacunas, agua potable y saneamiento, control de niño sano y alimentación complementaria en APS, y aumento del nivel instruccional de la madre, todas acciones y políticas preventivas exitosas de carácter intersectorial. En los adultos, con los padecimientos metabólicos y los derivados del envejecimiento, se debe actuar de la misma forma. Desafortunadamente, desde el paradigma biomédico y desde los intereses de la industria se reduce la mirada a lo curativo. El tema no es solo más urgencias, siempre al borde del colapso con personas “hospitalizadas” en sillas, sino menos enfermos. Invertir en salud y no solo en la enfermedad, dar poder a las personas y las comunidades para resolver las causas raíz de los padecimientos pareciera ser mal negocio, ya que se sigue insistiendo porfiadamente en más de lo mismo.