SEIA: no le pidamos peras al olmo

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SEIA: no le pidamos peras al olmo. Maritza Sepúlveda, Centro de Investigación Eutropia.


SEÑOR DIRECTOR:

La vida es dual: alegría y tristeza, día y noche, bondad y maldad. Lo mismo ocurre con el desarrollo: todo proyecto genera beneficios, pero también costos. El desafío es equilibrarlos, minimizando impactos sin frenar el progreso.

Decidir nunca es fácil. Aun con análisis rigurosos, el futuro es incierto. Factores como el valor cultural de un ecosistema o la pérdida de una especie son difíciles de medir. Pero no decidir es peor que equivocarse; deja a la sociedad estancada.

En la evaluación de proyectos de inversión enfrentamos dos problemas: no contamos con un sistema integral y caemos en el error de reducir la decisión a un análisis técnico. El SEIA se enfoca solo en impactos ambientales, sin considerar beneficios sociales y económicos. Además, dentro de su propio ámbito, la subjetividad es inevitable: ¿Cómo se compara la alteración de una especie con las necesidades humanas?

Evaluar costos ambientales sin medir beneficios como empleo, impuestos o crecimiento facilita que los opositores encuentren argumentos para frenar proyectos. No se trata de reformar el SEIA, sino de complementarlo con un sistema transparente que evalúe costos y beneficios para tomar decisiones informadas.

Decidir implica priorizar. Se puede delegar en expertos, jurados ciudadanos, políticos o combinaciones de estos, con apoyo de la IA. Lo esencial es asumir la complejidad de cada decisión sin simplificaciones ni excusas en una falsa neutralidad técnica.

El dualismo es antiguo: Aristóteles, el yin y el yang, la vía media budista. La inteligencia radica en equilibrar opuestos. No culpemos al SEIA por sus limitaciones; diseñemos un mecanismo complementario que nos permita decidir con una visión global.

Alfonso Salinas Martínez

Ph.D. Land Economy, Universidad de Cambridge, presidente de Asiva

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