Opinión

Señor Cobranza

Foto: Mario Téllez

"Son todos narcos / y de los malos". El verso de "Señor Cobranza", la canción de Las Manos de Filippi popularizada por la Bersuit Vergarabat en el auge de la corrupción menemista, se convirtió en el himno antisistema por excelencia.

Es que cuando los ciudadanos sospechan que sus representantes están ensuciando sus manos en contubernios con los narcos, la democracia desciende al último círculo del infierno: la narcopolítica.

Tres años después del "son todos narcos", Argentina pasó al "que se vayan todos". Ya sabemos cómo les ha ido con eso.

¿Qué pasa en Chile?

Hagamos un poco de historia. Alguna vez nuestros partidos políticos pudieron proclamar que representaban capas de la población. Los radicales, a la clase media de empleados públicos; los conservadores, a agricultores y organizaciones católicas; los socialistas y comunistas, a la clase obrera.

Hoy, el único partido que identifica a un segmento relevante de ciudadanos es "Ninguno": 81% según la CEP.

También hubo una época, no tan lejana, en que las elecciones internas de los partidos contrastaban proyectos e ideologías. En la DC, ser "colorín", "guatón" o "chascón" era cosa seria. En RN, conservadores competían contra liberales. Y en el PS, los comicios entre "renovados" y "Nueva Izquierda" hicieron época.

¿Podría usted, lector informado, decirme cuál es la diferencia ideológica entre las dos listas que disputan la presidencia del Partido Socialista? ¿Qué proyecto país representan, por un lado, Álvaro Elizalde, y por el otro, Maya Fernández?

No se preocupe: nadie puede.

Sale la representación, salen las corrientes ideológicas. Quedan las máquinas.

Y entran los hermanos Aguilera y San Ramón.

Cuando las leyes derivadas de la comisión Engel, tras los escándalos de financiamiento político, obligaron a fichar militantes para reinscribir el PS, el alcalde Miguel Aguilera los proveyó. Qué importaba cómo. Cuando hubo que juntar firmas para inscribir a Alejandro Guillier como candidato presidencial, Aguilera las consiguió. Qué importaba cómo. Así, quedó como uno de los dueños del partido.

¿Ideas? ¿Programas? Una comuna con el 0,5% de los habitantes de Chile tiene más del 10% de los militantes socialistas. ¡No se hable más! En 2017, este alcalde logró la tercera mayor votación nacional en las elecciones del PS.

Qué importaba cómo.

Cuando los vínculos entre el municipio y los narcos se hicieron públicos, Miguel Aguilera renunció al partido. Pero su maquinaria quedó intacta, ahora en manos de su hermana Mónica y con sus tentáculos expandidos a otras comunas. Ella fue la cuarta mayoría nacional en las últimas elecciones, donde corrió en la lista del actual timonel Álvaro Elizalde.

Ahí está lo más grave. Sabiendo que lideraba una máquina de clientelismo y prebendas con vínculos narco, los líderes del partido igual la incorporaron con tal de ganar una elección interna.

El clientelismo por supuesto siempre ha existido. Pero antes era una desviación, un virus que se metía en medio de elecciones de proyectos políticos en pugna.

Ahora, el virus no está en el sistema. El virus es el sistema.

Los partidos están degenerando en cáscaras que las máquinas gobiernan desde el control de territorios, usando dinero público para cooptar juntas de vecinos o clubes deportivos. Y cuando el tejido social está deteriorado, puede ser más eficiente cooperar con otras organizaciones capaces de proveer "soldados" para todo servicio, como las barras bravas o las bandas de narcos.

Y eso hablando solo de mano de obra. Hablemos ahora del segundo insumo que toda campaña necesita: dinero.

Otra de las leyes Engel fijó restricciones a los gastos y donaciones políticas. Muchos venimos advirtiendo majaderamente desde entonces que nadie fiscaliza cuánto dinero mueven las campañas. El incentivo, por lo tanto, es que los candidatos recauden y gasten plata negra; esa que se entrega en billetes y se traslada en maletines.

Pensemos ahora qué grupo tiene acceso ilimitado a esas platas negras. Y pensemos si ese mismo grupo tiene interés en cooptar a políticos para comprar protección.

Pensemos. Mientras los dirigentes del PS siguen preocupados de los lotes de cada caudillo y de cuántos cupos en el Comité Central gana cada uno, pensemos todavía un momento más.

¿No les pasa que, mientras piensan, "Señor Cobranza" empieza a sonar de pronto con acento chileno?

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