SEÑOR DIRECTOR:
La semana pasada, mientras nos enterábamos de los resultados del Simce a nivel nacional, cada colegio recibía su propio reporte para analizar los datos y tomar decisiones pedagógicas para el año escolar. Eso mismo deberíamos hacer como sistema: reflexionar con propósito y proponer soluciones contextualizadas y flexibles.
En 4° básico, los resultados mejoraron porque la brecha socioeconómica se redujo. Que suban los estudiantes más vulnerables es un buen indicador de que es posible avanzar con equidad. Garantizar oportunidades de aprendizaje para todos no es un gesto simbólico, es una inversión en el futuro: una sociedad más justa es una sociedad más próspera.
En matemáticas, en todos los niveles, la brecha de género persiste. La educación no puede reforzar barreras que limiten el acceso a carreras científicas y tecnológicas. Necesitamos transformar la enseñanza de esta asignatura, hacerla más significativa y desafiar los estereotipos para que las niñas crezcan con la confianza de que las matemáticas, como todos los aprendizajes, también son para ellas.
Y luego está 2° medio: la mitad de los estudiantes tiene resultados insuficientes. Más que indignarnos, debemos preguntarnos si el sistema realmente les ofrece algo que haga sentido, que motive, que desafíe. Si queremos que el colegio prepare para el futuro, necesitamos innovar y adaptar la enseñanza a sus intereses y aspiraciones.
El desafío no es solo celebrar avances o lamentar lo que sigue mal, es sostener mejoras y evitar que ningún estudiante quede rezagado. Porque en educación, quedarse atrás no es una opción.
Ingrid Olea Sepúlveda
Directora ejecutiva de Educación 2020
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