Sin el diario del lunes

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Por Jorge Burgos, abogado

La frase opuesta al título de esta columna es “Con el diario del lunes”, con la que se hace referencia a lo fácil que resulta opinar sobre una situación con los hechos ya consumados. La expresión suele ser más recurrente cuando se debate de fútbol, pero la verdad sea dicha es verificable en un sinnúmero de actividades, también por cierto en la política.

Como es obvio, nadie tiene el diario del lunes para opinar sobre lo que ocurrirá este fin de semana con ocasión de las cuatro trascendentales elecciones a las que hemos sido convocados. Todas tienen suma importancia, las que determinarán nuestras autoridades locales, la que por primera vez nos permitirá elegir una autoridad regional dotada de poderes de ejecución y coordinación que debieran contribuir a dejar atrás malas prácticas de un centralismo exacerbado.

La votación de este fin de semana aportará datos fundamentales respecto del rumbo que puede tomar nuestro país, ella puede idealmente favorecer la descompresión del cuadro político, para ello -como ha sido nuestra tradición- es vital que el proceso se desarrolle sin incidentes en un clima de concordia. No hay que olvidar que los electores no expresan sus preferencias políticas desde fines del 2017. Nadie entonces puede asegurar cómo ha influido todo lo ocurrido en estos casi cuatro años en los ciudadanos.

Qué duda cabe que la elección de la Convención Constituyente es la que más puede influir en el destino de nuestra institucionalidad democrática, se trata ni más ni menos de redactar y luego ofrecer a la ratificación del pueblo, la ley superior que contendrá el estatuto jurídico que sostendrá nuestra convivencia. Sin duda atraerá la mayor atención internacional, pues predomina una cierta visión que en Chile empezará a funcionar una asamblea constituyente con poderes de reorganización total; no es la misión de la Convención, pero las imágenes no suelen pedir permiso.

No hay certezas respecto de cuál será finalmente la composición y hay algunas dudas sobre su esquema de funcionamiento. Pero sin duda la incógnita principal es si en su seno prevalecerán las tendencias moderadas o aquellas que prioricen el ruido mediático, los gestos demagógicos o incluso la transgresión de su propio marco jurídico. Tengo, como muchos, la esperanza, más que la certeza, que a los radicales refundacionales y a los que nada querrán cambiar, se les ponga al frente una mayoría que buscará acuerdos, dispuesta a oír, a conversar, a convencer, a ceder. A proponer en definitiva un texto que tenga como prioridad responder, entre otras, este tipo de interrogantes: ¿quién gobierna?, ¿cómo se designa al que gobierna? y ¿cuáles son sus atribuciones? ¿Cómo dividir el poder de modo de impedir la excesiva concentración? ¿Cuáles son los derechos de las minorías y los límites de las mayorías? ¿Cómo hacer responsables a los gobernantes ante los gobernados?

En definitiva, se trata, como bien lo ha definido el profesor Patricio Zapata, de una ley fundamental y un pacto político cuyo objeto es limitar el poder estatal, proteger los derechos de las personas y encauzar la acción política del pueblo. Notable y compleja tarea, quiera el destino nos vaya bien.

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